El dengue en Cali
Marzo 05 de 2010
La emergencia
sanitaria decretada en Cali por un brote epidémico de dengue muestra una vez
más el fracaso de la privatización del sistema de salud pública, puesta en
marcha por la Ley 100. Fracaso en el sentido social, ético, humano y también en
el sentido financiero. Las alegres cuentas de las lecheras de los ruidosos e
impenitentes defensores de esta privatización siguen sin cuadrar de ninguna
manera, tal y como lo reconoció implícitamente el Gobierno Nacional al decretar
una “Emergencia Social”, de la que al final se arrepintió, pero no tanto como
para evitar que sigan activas las medidas que radicalizan aún más dicha
privatización.
El
Gobierno en realidad ha añadido fuego al fuego y ha dado tres tazas de caldo al
que no quiere ninguna. ¿Pero quiénes son los que no quieren ese caldo tan
indigesto? Obviamente no se cuentan entre sus filas quienes se benefician con
la prestación de servicios que antes estaban en manos públicas ni las clínicas
privadas ni desde luego las muy opulentas compañías aseguradoras. Todas estas
empresas obtienen beneficios extraordinarios porque el Estado esté permitiendo
la creciente transformación del diagnóstico y la cura de cualquier enfermedad
en una mercancía. Sólo que esta mercancía no es de consumo libre sino imperioso
y obligatorio, como los alimentos, la vivienda y la ropa, e inclusive más que
ellos.
Si te
enfermas te enfermas y no puedes dejar de curarte o aplazar la cura para cuando
mejor te convenga, por lo que tú o tu empresa, o ambas a la vez, tienen la
obligación de contratar un seguro que te cubra de un riesgo que tiene una alta
posibilidad de cumplirse. En cualquier caso una posibilidad más alta que las de
los incendios o los terremotos. De allí que las aseguradoras cobren una tasas
muy altas por las pólizas de salud y que hagan todo lo que esté a su alcance
para concederla a quienes ya están enfermos.
O a
quienes tienen riesgos adicionales de contraer enfermedades graves y por lo
mismo de tratamiento muy costoso. En los Estados Unidos -donde la privatización
manda plenamente- la política de las aseguradoras ha traído como consecuencia
que cerca del 20% de la población está marginada del sistema de salud pública y
que el segundo motivo de la quiebra de las economías familiares sea la
imposibilidad de pagar las deudas contraídas para pagar la cura de enfermedades
graves. Ese es el penoso futuro al que dio tan alegre bienvenida el presidente
César Gaviria.