¿Cómo debe ser la educación durante un proceso de paz?

La misión de colegios y universidades, en un proceso de paz, sería transmitir valores diferentes a los de la guerra, dice la catedrática Victoria Fontan.

Toma mucho menos tiempo destruir que reconstruir. Por eso, la escuela debe acompañar el proceso de paz de manera permanente y durante varias generaciones, para superar las diferencias que separan. Pero, también debe romper los paradigmas de competencia, de diferencia y de conflicto, porque si no lo hace no va a cambiar nada en la sociedad.

De esta manera, Victoria Fontan, experta en educación para la paz, afirma que los colegios y universidades no sólo tienen la obligación de explicar un proceso de paz, como el que actualmente se adelanta en Colombia, entre el Gobierno y las Farc, sino también ser agentes transformadores de la sociedad.

La catedrática, quien fue invitada por la Maestría en Derechos Humanos y Cultura de Paz de la Universidad Javeriana para dictar el curso de educación para la paz, dialogó con El País:

¿Cuál es la principal labor que debería desempeñar la educación en un proceso de paz?

La principal misión sería la de transmitir valores que sean diferentes a los del conflicto. El problema es que la educación formal se enfoca en dividir, en competir, que son valores que separan a las personas. También, promueve una jerarquía dentro de la clase que afuera de la escuela refuerza las jerarquías sociales y hasta puede generar conflictos. En los colegios no sólo se deben promover ideas maravillosas sobre la paz, sino trabajar para hacer tangibles esas ideas.

Entonces, ¿es necesario que la escuela se transforme?

El problema es de coherencia entre lo que se planea y lo que se enseña. No se trata de cambiar los currículos, sino las pedagogías, porque estas son las que logran cambiar la mentalidad de las personas. Si estamos en un sistema educativo que no promueve la competencia es seguro que no tendríamos tantas diferencias en otros ámbitos. Hay que reflexionar sobre el sistema de educación que nosotros, en educación para la paz, llamamos “bancario”.

¿Este proceso de paz, que inicia en Colombia, es una oportunidad para que en los colegios y universidades se hable del conflicto?

Claro que sí. Se debe explicar muy bien. Mire, esto fue un problema enorme en El Salvador: se firmaron los Acuerdos de Paz de Chapultepec (México, 16 de enero de 1992) y estos fueron incoherentes con los hechos sociales y económicos, que quedaron por fuera. En Colombia, el conflicto armado existe por razones muy concretas y con un acuerdo de paz no va a cambiar nada si no se resuelven las problemáticas que lo generaron. Pero esto debe ser el trabajo de todos, no solo de los negociadores, sino de todos.

¿Habría alguna restricción para hablar del tema de la guerra o de la paz con los niños?

No. En los colegios se debe hablar de todos los temas; la clave está en cómo se les explican a los niños. El problema viene porque no sabemos muy bien cómo abordamos temas de violencia. Hay que prepararse y asumir con responsabilidad el diálogo sobre estos temas con los niños.

Y, ¿qué deben hacer los padres?

La educación no es una responsabilidad exclusiva del colegio. La familia desempeña un papel fundamental en el proceso de formación de los niños. Lo más importante es la coherencia entre los valores que les enseñamos, en el colegio y en la familia, y las acciones cotidianas.

Si hablamos de democracia y resulta que en la casa, o en el colegio, el único que toma decisiones sobre todos es el papá (o el profesor) sin consultar con nadie, pues no estaremos siendo coherentes. Los niños no son bobos y notan de inmediato cuando hay un sin sentido entre lo que se dice y lo que se hace.

Esa incoherencia se nota a diario, ¿qué podría pasar?

Bueno, si un niño ve que no existe coherencia entre los temas enseñados y la aplicación en la vida diaria puede pensar, por ejemplo, que está bien y es suficiente obtener buenas notas en el colegio, pero jamás aplicar esos conocimientos. Esto, sin duda, no es educación.

Dénos un ejemplo para que un profesor pueda aplicar en su clase...

Mi acción concreta dentro de mis clases es darles la misma nota a todos los educandos. Lo que hago es trabajar con cada uno hasta que todos logren realizar el trabajo propuesto y así todos van a obtener la misma calificación. Esto me toma más tiempo, pero es lo que creo que debo hacer: lograr que el educando saque su máximo potencial.

Hay que preguntarse cada día qué puedo hacer por la paz dentro de mi hogar, de mi comunidad o de mi oficina. Una sociedad en paz es una sociedad plural, solidaria, en la que se respeta la dignidad y se protegen los valores. Además, hay una coexistencia entre la cultura y el medio ambiente.

Educación para la paz

La educación para la paz se sostiene en tres pilares: 1. Diálogo entre saberes y sin distinciones ni jerarquías; 2. Praxis, se construye haciendo, y 3.Concienciación, es necesario tomar consciencia de la realidad para transformarla. Así mismo, la educación para la paz tiene seis principios:

1. Vivir con justicia y compasión.
2. Cuidado del medio ambiente.
3. Solidaridad intercultural.
4. Paz personal.
5. Desmantelar la cultura de la guerra.
6. Derechos humanos y responsabilidad.

La educación para la paz se opone al sistema educativo tradicional, donde se fomentan “la homogeneidad, la competencia, la uniformidad y la exclusión”, señala Fontan. “También, hay inequidad y, sobre todo, una incoherencia entre el saber y el hacer”, añade. “A este sistema lo llamamos bancario, porque se cree que la educación es un montón de información que se deposita en el cerebro del estudiante o del niño, como si fuera una cuenta de ahorros”, explica Fontan.