Cuando la neumonía acecha
Puede
confundirse con una gripe severa, un cuadro viral, una sinusitis o una
bronquitis crónica, tan comunes por esta época invernal. De hecho, cursa con
fiebre, tos purulenta, malestar y escalofríos. Aunque también pueden
presentarse otros síntomas como dificultad para respirar, aumento en la
frecuencia respiratoria y dolor en el pecho.
Se
trata de la neumonía, que los especialistas definen como una infección severa
que afecta una parte o la totalidad de los pulmones y específicamente los
alvéolos, los sacos donde llega el aire luego de entrar por los bronquios, y en
los que entra el oxígeno que va hacia la sangre.
La
enfermedad puede ser producida por virus o por bacterias, de las cuales las de
mayor prevalencia son el neumococo, el estafilococo,
el estreptococo y el hemofilus. Así lo explica el
neumólogo pediatra Gustavo Adolfo Ordóñez, del Centro de Especialistas de
Factores de riesgo
En
opinión del internista neumólogo del Centro Médico Imbanaco,
Carlos Salgado, para que la enfermedad se presente debe haber una alteración en
las defensas del organismo, lo que posibilita la incubación de los gérmenes.
Según el especialista esto puede ocurrir por diferentes razones:
-
Cuadros virales o gripales.
- Pacientes diabéticos propensos a las infecciones.
- Adultos mayores que tienen problemas para deglutir.
- Fumadores con o sin Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, Epoc.
- Broncoaspiraciones, comunes en las personas que
convulsionan.
- Pacientes que tienen comprometido su sistema inmunológico como los que
padecen cáncer o sida.
El diagnóstico
Con
el fin de llegar a un diagnóstico que permita determinar el tratamiento a
seguir es indispensable realizar un examen físico completo. Tal como lo explica
el doctor Ordóñez, “se evalúa cómo está respirando el paciente, se escucha la
entrada y salida del aire y se observa si hay dificultad para respirar”.
Igualmente,
se toma una radiografía de tórax en la que se pueden observar unas manchas
blancas o zonas opacas en los pulmones, típicas de la infección.
Algunas
pruebas más sofisticadas pueden precisar el tipo de germen causante de la
infección, pero no todos los centros hospitalarios disponen de este servicio.
Además, el doctor Gustavo Adolfo Ordóñez aclara que en la mayoría de casos
resulta muy difícil precisar si se trata de un virus o una bacteria.
El tratamiento
El
pronóstico depende del estado de cada paciente, pues el organismo no se
defiende igual en una persona sana que en una fumadora o alcohólica, por
ejemplo.
Para
combatir la infección se recetan antibióticos durante periodos que pueden
oscilar entre 10 y 21 días, de acuerdo con el caso. “Cuando el paciente tiene
complicaciones como una insuficiencia respiratoria, dada por las dificultades
que se presentan para oxigenar la sangre, es necesario hospitalizar al paciente
para suministrarle oxígeno de manera artificial”, advierte el doctor Carlos
Salgado.
Pero
el mejor tratamiento en opinión de los especialistas es la prevención. Por eso,
aparte de controlar los factores de riesgo y mantener controladas patologías
como el asma y la diabetes, vale la pena considerar la opción de vacunarse.
En
el momento, por fortuna existen vacunas tanto para los niños como para los
adultos que según el doctor Ordóñez ofrecen protección contra el
hemofilus y el neumococo. “Las vacunas se suministran
por vía endovenosa en una sola dosis en el caso de los adultos y en tres o
cuatro dosis en los niños”, explica. La cantidad de dosis y los intervalos
entre las mismas son decisión del médico.
Otra
medida de protección que recomienda el doctor Salgado es vacunarse también cada
año contra la influenza para evitar que se bajen las defensas propiciando el
surgimiento de la neumonía.