Construyendo
la ley de educación superior
Por: MOISÉS WASSERMAN | 7:03 p.m. | 14 de Enero
del 2012
Antes
de entrar en articulados, podemos ir adelantando algunos debates sobre temas
generales y centrales para la ley.
El
retiro del proyecto de ley de educación superior y la invitación del Gobierno a
una construcción colectiva generan grandes
expectativas, pero también desconcierto. ¿Cómo se construye una ley tan
compleja y con partes interesadas disímiles y a veces contradictorias? La Mane
(Mesa Amplia Nacional Estudiantil) ya avisó que iba a iniciar un proceso que
culminará en octubre con la presentación de un proyecto propio. Las asociaciones
de universidades y de otras instituciones de educación superior, algunas
universidades y en ellas grupos de profesores, otras organizaciones
estudiantiles y algunas civiles también han empezado a explorar el tema.
Una
discusión pública y abierta de un proyecto con más de 170 artículos, muchos de
ellos para análisis de especialistas, no es el mejor escenario. Tampoco lo
sería llegar a octubre con propuestas opuestas para iniciar un proceso de
negociación del cual estaría ausente una verdadera reflexión desprevenida y
constructiva.
Por
eso me parece que, antes de entrar en articulados, podemos ir adelantando
algunos debates sobre temas generales y centrales para la ley. Posiblemente, el
primer dilema es si nos satisface el sistema actual, suma de dos subsistemas,
uno de instituciones públicas y otro de privadas, y siendo así cómo lograr un
esquema de financiamiento que asegure su crecimiento armónico.
Esa
estructura del sistema me parece positiva. Hoy, cada tipo de instituciones
atiende aproximadamente a la mitad de los estudiantes colombianos. La
privatización de las públicas es impensable, como lo es que el Estado asuma el
financiamiento de las privadas. El sistema dual, además, es conveniente en la
consolidación de una democracia pluralista. Tenemos que reconocer que varias
veces en nuestra historia republicana la defensa de los grandes ideales
liberales y de la democracia estuvo en las universidades privadas.
El
proyecto de ley presentado y retirado por el Gobierno aumentaba el peso
relativo del esfuerzo privado sobre el público (recordar que el pago de
matrículas por las familias es el principal esfuerzo privado que se hace en el
país). Por otro lado, las declaraciones de la Mane ignoran la existencia y el
papel de las universidades privadas. Debemos hacer un análisis cuidadoso de las
consecuencias que se pueden derivar de esas propuestas. Tenemos los más
modernos instrumentos técnicos y científicos en las universidades. La mayoría
de los estudiantes voceros de la Mane están haciendo su posgrado
en ciencias sociales y políticas; es el momento de aplicar el conocimiento.
El
gran peligro de un sistema de financiamiento desequilibrado es la privatización
de la calidad. La actualización tecnológica, las plantas profesorales de tiempo
completo y nivel doctoral y las infraestructuras modernas requieren una
importante inversión. Es indudable que la gente con recursos está dispuesta a
pagar costos altos para que sus hijos accedan a educación de calidad. Si los
dos subsistemas no se desarrollan en forma parecida podemos estar incubando un
sistema de educación pública mediocre y, por ende, el acceso a mayores niveles
de calidad solo de acuerdo con las posibilidades de pago (o de endeudamiento)
de cada familia.
Otro
peligro, que se deriva del anterior, es la consolidación de un "apartheid
educativo" con una fractura de la sociedad en grupos de jóvenes que nunca
se encuentran o que lo hacen cuando uno de ellos está en posición laboral
subalterna del otro.
Estos
peligros no son una hipótesis descabellada y apocalíptica. Es la realidad que
vivimos hoy en la educación básica y media: muy pocos colegios públicos tienen
calificación de excelencia; poquísimos estudiantes de estratos uno y dos
estudian en los colegios de prestigio que cobran matrículas muy altas, y no hay
estudiantes de estratos cuatro, cinco o seis en las escuelas públicas. Esa es
una situación que el país debe atender y tratar de corregir; no puede
consolidarla en la educación superior.
Más
adelante plantearé otros problemas centrales que debemos enfrentar en la
definición de la nueva ley, pero si resolvemos este haremos un aporte
sustantivo al desarrollo del país.
Moisés
Wasserman
Rector Universidad Nacional
Fecha de acceso:
16.01.12