Combatir la deserción, reto de la educación superior

Apr. 13 de 2013

Por: Leidy Castaño, Unimedios

Cerca del 50% de los estudiantes del sistema público de educación superior abandona sus estudios. Este es un fenómeno que, por años, ha preocupado al sector y que requiere un tratamiento especial del Estado. Los costos económicos y sociales para el país son altos.

Como bien lo indicó el Banco Mundial en un reciente informe, el mayor reto educativo que tiene Colombia es procurar que más ciudadanos obtengan un título de pregrado, aspecto fundamental si se quiere incursionar con mucha más fuerza en la era del conocimiento y producir cambios sociales profundos.


Para cumplir este objetivo, se requiere superar los principales desafíos del sector: ofrecer cobertura con calidad, garantizar acceso y permanencia y combatir la deserción (uno de los mayores males del sistema).

Así lo resalta Francisco López Segrera, asesor académico de la Global University Network for Innovation (GUNI): “Nos preocupan quiénes acceden a la universidad y si hay que ampliar la cobertura. Pero hay un problema más serio y a lo mejor más grave, y es el de cuántos se gradúan”.

Según estadísticas del Ministerio de Educación Nacional (MEN), de cada cien personas que ingresan a una institución de educación superior (IES), casi la mitad no logra culminar su ciclo académico y graduarse. Esta es una problemática muy preocupante que la Universidad Nacional de Colombia ha abordado en diferentes investigaciones y en la que ha trabajado a tal punto que, a la fecha, su deserción académica anual es del 7%, cifra inferior al 9% proyectado para el año 2014. 

Entender el fenómeno 

La UN efectuó en el año 2006 el estudio “Graduación, deserción y rezago”. En él, los investigadores tuvieron en cuenta a estudiantes de pregrado admitidos entre el primer semestre de 1996 y el segundo de 1998. Así, les hicieron seguimiento durante 14 semestres a 17.143 en los aspectos académico, social e institucional.

Los principales resultados mostraron que, en el periodo de análisis, el abandono de los estudios en estos programas alcanzó el 29%, la de graduación llegó al 45% y la de rezago, al 26%.

A fin de ampliar la evaluación del fenómeno, la Dirección de Bienestar de la Universidad emprendió una exploración en el nivel de posgrado. Así, le hizo seguimiento a la trayectoria de los alumnos desde el primer semestre del año 2004 hasta el segundo semestre del año 2007.

La muestra escogida fue de 9.574 estudiantes. La dependencia encontró que su grado de deserción durante este tiempo alcanzó el 35%, que se graduó el 54% y que el 11% se encontró en rezago.

Para el año 2012, según el Sistema para la Prevención de la Deserción de la Educación Superior (SPADIES), ella alcanzó el 45,3%, lo que significa que uno de cada dos estudiantes que ingresan a ella no culmina sus estudios.

Además, advierte que se agudiza en los niveles técnico y tecnológico, en donde la tasa de abandono alcanza el 59,6% y el 54,7%, respectivamente. 

Costos 

Los factores causales del fenómeno son, entre otros: el género, el desaliento del estudiante, los antecedentes sociales y culturales de los padres, la formación educativa de la persona, la infraestructura de la universidad y las carencias del sistema.

Lo grave es que deteriora la relación entre el Estado, la familia, las IES y el desarrollo de la nación, vínculo indispensable para el progreso del país.

Sus consecuencias se traducen en la pérdida de productividad laboral por falta de capital humano formado y cualificado, lo que significa que, cuantos más estudiantes desertan, menos competitivo es el país ante las exigencias del mercado global.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el año 2009 las economías de América Latina aún no contaban con la capacidad tecnológica ni el capital humano especializado para competir exitosamente a gran escala con otras naciones en lo que respecta a productos de alto nivel tecnológico. Por eso, resulta imperioso incrementar la inversión pública en la educación superior y en la formación en investigación.

Juan Manuel Tejeiro, vicerrector académico de la UN, afirma que la educación superior es el sistema de promoción social más grande y eficiente, si se la piensa según la inversión que se hace en un estudiante durante cinco o seis años. Esa preparación necesariamente se refleja en la calidad de su trabajo y contribuye a incrementar el producto interno bruto (PIB) del país.

Fortalecer la estructura productiva, favorecer el crecimiento económico y social e impulsar el progreso científico y tecnológico de los países de América Latina es responsabilidad de las IES. Ellas deben garantizar su cumplimiento graduando a los profesionales encargados de cerrar la brecha de innovación, desarrollo y bienestar entre la región y sus competidores mundiales.

El sistema educativo tiene como reto establecerse en mecanismo para entregarle a la sociedad profesionales capaces de conseguir y de generar más y mejores empleos, de convertirse en la plataforma del avance de la ciencia y la tecnología y de la construcción de las políticas sociales.

Puede decirse, entonces, que el nivel de educación superior que alcance una persona se refleja directamente en la remuneración e ingresos que obtenga en su vida laboral, en el progreso que consiga y en el grado de bienestar y de vida buena que pueda garantizarse a sí mismo y a los demás.



Edición:

UN Periódico Impreso No. 165