El
exministro de Hacienda y Agricultura, José Antonio Ocampo, dice que Colombia se
está desindustrializando. Afirma que no es viable
pertenecer a la Ocde ni apostarle al mercado asiático.
El exministro
colombiano y profesor de economía, José Antonio Ocampo, consideró preocupante
la desindustrialización que enfrenta el país, que se
refleja en la recesión que ha vivido ese sector que en los últimos tres
trimestres no ha crecido.
Sostuvo que el problema es
“la indigestión de Tratados de Libre Comercio (TLC) que tiene el país y que va
a terminar por destruir el aparato productivo colombiano”.
La Ocde
es una organización muy importante en el mundo, tiene un mecanismo de revisión
de pares que es único en el mundo. Sin embargo, a mí juicio, no es prioritario
para un país como Colombia ser miembro de la Ocde. Si
uno es una nación europea es natural ser miembro de la Ocde.
Pero para un país latinoamericano, la prioridad es la región.
Ser miembro de la Ocde será visto por el resto de los países vecinos como una
señal de que Colombia quiere mostrar que es de mejor familia, cuando es de
nuestro barrio. Yo creo que es un error.
México que fue el primer país
que se unió a la Ocde y firmó el TLC con Estados
Unidos, el resultado es que perdió todo su liderazgo en América Latina. Lo ven
más ahora como parte de otro grupo del Norte, y Chile está un poco en el mismo
problema.
Colombia tiene la posibilidad
de comenzar a ser un líder más atractivo. Si quiere ser líder de la región no
es buena decisión ser miembro de la Ocde.
Lo último es claramente
cierto, estamos en una recesión en la industria. No hay la menor duda de que
hay un proceso de desindustrialización y desde hace
30 años.
En ese proceso ha habido dos
fases críticas: la que tuvo lugar en los años noventa después de la apertura
económica y esta que, curiosamente, puede ser peor que la anterior. El déficit
comercial industrial en Colombia es aterrador, más de US$30.000 millones, y lo
que está ocurriendo es que muchas empresas prefieren utilizar la red de
comercialización que ya tienen y destinarlas a importar, que desde el punto de
vista de las necesidades de empleo, de costos fijos es mucho menor. Por eso
muchos industriales se están convirtiendo en importadores, eso es lo que ocurre
en Colombia.
Sí. Estamos a mi juicio con
una fiebre de 40 grados de ‘enfermedad holandesa’. Y es una mezcla de tres
factores: la revaluación del peso, una de las monedas más apreciadas de América
Latina, que ahora se ha corregido porque la Reserva Federal nos ha ayudado un
poquito, pero digamos que como política económica no ha habido un intento de
tener una tasa de cambio competitiva. Segundo, una política de comercio
exterior que es de Tratados de Libre Comercio que nos ha llevado a una
verdadera indigestión de TLC (Colombia ha suscrito ya 12 acuerdos de ese tipo),
ya que muchos de ellos no sabemos qué impacto van a tener y no hay un análisis
público del impacto. Se perfila una política industrial, la cual tiene algunos
instrumentos interesantes pero no tiene dientes y un efecto real. Eso no lo veo
como una Política de Transformación Productiva, que esté cambiando nada
sustancial.
La estructura de comercio de
toda América Latina con Asia Pacífico es la más desbalanceada de todas. Si
nosotros queremos exportar petróleo, carbón, etc., no necesitamos TLC con
nadie. Tenemos una estructura con China que es: le exportamos un puñado de ‘comodities’ e importamos una canasta de manufacturas, con
creciente contenido tecnológico. China sí tiene política industrial y una
estrategia comercial con América Latina, pero por este lado no hay estrategia.
Negociar con Asia Pacífico a mi juicio no le veo las ventajas evidentes en el
corto plazo.
Claro, es el mercado más
dinámico del mundo y por lo tanto no podemos dejarlo de lado, pero si lo que se
pretende es que exportemos, en el largo plazo, una canasta diversificada a
China hay que trabajar muchísimo en la estructura productiva interna. No
tenemos una oferta exportadora.