Las autoridades de salud de Estados Unidos y el Colegio de Cardiología de
ese país acordaron qué niveles de colesterol “malo” (o LDL) en la sangre
representan un mayor riesgo de infarto entre los adultos.
Es necesario recordar que hay dos tipos de colesterol: las lipoproteínas de
alta densidad (HDL) son el bueno y el que hay que aumentar porque ayuda a
limpiar las arterias.
El otro, las lipoproteínas de baja densidad (o LDL), es el malo, porque daña
las arterias. Con base en los niveles de este último se definieron tres
categorías de riesgo, que se basan en las probabilidades de desarrollo de
enfermedades del corazón durante la próxima década.
Riesgo alto Aquí clasifican las personas que han tenido infarto o angina
(dolor de pecho), que sufren de diabetes o se han sometido a revascularizaciones (angioplastia
y cateterismo). Estos pacientes tienen un 20 por ciento de posibilidades de
sufrir un infarto en los próximos diez años.
Para este grupo el nivel máximo de colesterol “malo” es de 70 mg/dl. En este entran los
fumadores, los que controlan mal la tensión arterial, los que presentan
síntomas vasculares en las extremidades o el cerebro y los que padecen síndrome
metabólico.
Riesgo moderadamente alto Aquí se ubican las personas con dos o más factores
de riesgo coronario (es decir, que tienen hipertensión, antecedentes de estas
enfermedades, son obesas, fuman y tienden al sedentarismo).
Los niveles de colesterol ‘malo’ en estas personas no pueden estar por
encima de los 100 mg/dl
(muy favorable para diabéticos y ancianos). Deben comer grasas poco saturadas,
incrementar la ingesta de fibra, adelgazar y hacer ejercicio.
Riesgo moderado En esta categoría están las personas con uno o dos factores
de riesgo coronario, pero sin síntomas. Ellos tienen un riesgo inferior al 10
por ciento de padecer un infarto a 10 años, pero se aconseja mantener los
niveles de colesterol ‘malo’ por debajo de 100 mg.
Sin embargo, si no hay antecedente, sus niveles pueden ser un poco superiores.