La masificación de la cirugía mínimamente invasiva (CMI)
Estas
intervenciones dejan heridas casi invisibles e implican menos riesgos para los
pacientes.
A
Sofía no le abrieron un hueco de 6 centímetros para hacerle la cirugía de
ligadura de trompas. La incisión fue de 1 centímetro. En lugar de bisturíes, los médicos utilizaron una sonda delgadísima,
que traía incorporada una cámara diminuta para transmitir la imagen de sus
órganos a un monitor de última tecnología. La anestesia no fue general y el
mismo día de la operación se fue para su casa.
Hace
30 años, eso no hubiera sido posible. Hoy, la cirugía mínimamente
invasiva (CMI), como se le conoce, se ha masificado y
desarrollado de tal manera que se puede utilizar en prácticamente cualquier
intervención quirúrgica: desde el cerebro hasta los pies, pasando por la
columna, el colon, el apéndice, la vesícula o las rodillas. Los tumores de
pulmón y páncreas, o el reflujo gastroesofágico y las
úlceras también se pueden tratar con este tipo de operaciones.
"Son
cirugías que a través de nueva tecnología de video y nuevos instrumentos -láseres, microscopios, radiofrecuencias, endoscopios, etc.-
reemplazan a las que se hacían antes, con grandes heridas. Ahora las incisiones
pueden ser casi invisibles", asegura Saúl Rugeles,
presidente de la Asociación Colombiana de Cirugía.
La
primera CMI que se hizo en el mundo fue de vesícula. Era 1989. Dos años más
tarde, se realizó en Colombia el primero de esos procedimientos a través de
laparoscopia (utilización de un endoscopio en la cavidad abdominal).
De
menos a más
"En
un principio, aquí la aceptación de estas técnicas fue lenta, la tecnología era
muy costosa y luego, con el modelo de salud implementado por la Ley 100 de 1993,
se hizo más difícil aún que los hospitales y las clínicas las adoptaran -dice Rugeles-. Sin embargo, hoy en Colombia estamos muy
adelantados en este tema".
Es
que las ventajas frente a la cirugía tradicional son grandes. Como explica
Enrique Osorio Fonseca, neurocirujano del Centro de Cirugía Mínima Invasiva (Cecimin), para el
paciente el trauma es mucho menor, pues la herida es mucho más pequeña y la
recuperación es más rápida; hay menos riesgo de contraer infecciones y el
ahorro para el sistema de salud, a corto y a largo plazo, es enorme.
"Estas
cirugías son mucho más precisas, se demoran la mitad del tiempo, o menos,
muchas son ambulatorias y menos peligrosas porque se hacen con anestesia local
y las incapacidades de los pacientes son mucho más cortas", dice.
De
acuerdo con Rugeles, "algunas de estas cirugías
pueden ser un 25 o 30 por ciento más costosas que las tradicionales en los
insumos, pero cuando uno hace toda la cuenta, los costos para el sistema son
iguales o incluso menores. En el caso de la vesícula, hoy es más caro operarla
por cirugía abierta que por vía laparoscópica".
Entrenamiento
desigual
El
problema, aquí en Colombia, es que no todos los cirujanos están entrenados para
hacer esos procedimientos. "La CMI requiere de una formación específica,
más exigente y que toma más tiempo. En Colombia tenemos ahora 24 programas
generales de formación de cirujanos, pero en menos de la mitad de ellos se
capacita a la gente para hacer cirugía de mínima invasión -afirma Rugeles-. Los demás, tienen que hacer cursos y
actualizaciones pagados de sus bolsillos acá o afuera, y los de acá muchas
veces no están reglamentados". Según él, sólo el 15 por ciento de los
cirujanos están entrenados para hacer CMI avanzada en Colombia.
El
otro obstáculo es que no todas las cirugías de este tipo están cubiertas por el
sistema de salud en el país. "La única que está incluida dentro del POS,
de manera efectiva, es la cirugía de vesícula por laparoscopia. En el 2009, la
Comisión de Regulación en Salud (CRES) incluyó otras cirugías de mínima
invasión, pero muchas veces las EPS no pagan los insumos y en la práctica es
imposible hacerlas", dice el presidente de la Asociación Colombiana de
Cirugía. En algunos centros especializados del país se ha llegado a acuerdos
con las EPS para que se realicen, pero esta es la excepción, no la regla.
En
todo caso, para los expertos, la CMI no sólo es el presente y el futuro de la
medicina, sino la forma más ética, lógica y segura de operar, en la mayoría de
los casos, a un paciente.
Cuatro
ejemplos
Vesícula
La colicistectomía -nombre de la cirugía por la que se extrae
la vesícula biliar, que dentro de las mínimamente invasivas es la más frecuente en el país- se puede hacer
por medio de una gran incisión o por laparoscopia: con un endoscopio -tubo
largo e iluminado, conectado a un computador- que se inserta en el abdomen a
través de una incisión muy pequeña. Esta cirugía es ambulatoria. Sin embargo,
no todos son candidatos para recibir la mínimamente invasiva. Si tiene cirugías previas en el abdomen, es muy
probable que deba someterse a una abierta.
Corazón
En
las últimas dos décadas, muchas de las cirugías a corazón abierto han sido
reemplazadas, según la complicación del paciente, por intervenciones en las que
la incisión en el lado izquierdo del pecho del paciente es de solo 2 o 3
pulgadas, mientras en las otras son de 10 pulgadas, aproximadamente. También se
puede llegar directo al corazón, a través de un catéter (sonda flexible) con un
globo adherido en el extremo. Estas cirugías tardan de 2 a 4 horas.
Columna
En
una cirugía abierta de hernia discal, por ejemplo, se requiere anestesia
general y es necesario que el paciente pase por lo menos dos días
hospitalizado. Una de mínima invasión es ambulatoria y la anestesia es local,
además de que el periodo de recuperación se reduce en por lo dos semanas.
Colombia es pionera en la cirugía mínimamente invasiva de columna.
Ligadura
de trompas
La
cirugía que sella las trompas de Falopio, que conectan los ovarios con el
útero, suele demorarse unos 30 minutos. La mujer puede volver a su casa el
mismo día y retomar sus actividades dos o tres días después, sin ningún
problema, si se hizo por técnicas de mínima invasión. A través de una incisión
de un centímetro en el ombligo, se desliza un endoscopio. También pueden ser
necesarias dos o tres punciones de unos cinco milímetros, a los lados del
abdomen, para pasar instrumentos muy especiales por ahí.
Entrenamiento
en Brasil
Hace
poco se inauguró en la ciudad brasileña de Barretos
(a unos 450 km de Sao Paulo), un modernísimo centro
de formación en cirugía mínimamente invasiva. Se trata del primer Instituto de Investigación
contra el Cáncer del Aparato Digestivo (Ircad, por
sus siglas en francés) de América Latina. En 1994 se inauguró el primero, en
Francia, y en el 2008 se montó uno en Taiwán.
El centro ofrecerá cursos para entrenar a cirujanos de todo el continente en
estos procedimientos, que serán financiados por patrocinios corporativos del Ircad y por las matrículas de los médicos que asistan a las
capacitaciones.
El Ircad Brasil -cuya construcción tardó 18 meses y en la que
se invirtieron 37,5 millones de dólares- es dirigido por un equipo
multidisciplinario de cirujanos, ingenieros robóticos
y científicos, entre otros.
"Esperamos,
en los próximos seis meses, hacer 11 cursos de formación para cirujanos de toda
América Latina -aseguró Armando Melani, director
científico del Ircad-. Creemos que el Instituto
mejorará las oportunidades de formación que hoy tienen los profesionales de
salud del continente, pues eliminará los altos costos que muchos de ellos deben
pagar para hacer cursos sobre este tema, con tecnología de punta, en Europa o
Estados Unidos".
LAILA
ABU SHIHAB
REDACTORA DE EL TIEMPO