Colombia está a la vanguardia de la cirugía fetal y tiene poco que
envidiarles a los logros obtenidos en este tipo de intervenciones en países
como España, Francia, Estados Unidos e Inglaterra.
Así lo afirma Carlos Becerra Mojica, director
científico del programa de cirugía fetal de la clínica Carlos Ardila Lülle, de Bucaramanga, y pionero en el tema a nivel
nacional.
En entrevista con EL TIEMPO sostiene que este procedimiento se está haciendo
con buenos resultados y que en los casi siete años de existencia de esta
práctica en el país ha operado a más de 70 fetos.
¿Qué es y para qué sirve? La cirugía fetal tiene como objetivo corregir
problemas estructurales del bebé dentro del útero para evitar que muera o quede
con secuelas severas al momento de nacer. En algunos casos se puede efectuar
una corrección total; en otros, procedimientos que alivian parcialmente el daño
y se espera a que nazca para operarlo de forma definitiva.
¿En qué consiste? Algunos procedimientos se hacen directamente sobre el
feto, otros en la placenta –se corrigen problemas circulatorios– cordón o
membranas. La mayoría se realiza por vía endoscópica
para así llegar a la cavidad uterina; se utilizan instrumentos muy delgados –de
3 a 3,5 mm de diámetro–. Estas intervenciones deben
ser rápidas y eficientes, pues el útero es muy sensible y entre más prolongado
es el procedimiento, mayor el riesgo de ruptura de membranas. La cirugía dura,
en promedio, 45 minutos.
¿Qué intervenciones se están haciendo actualmente? La más común es para
tratar el síndrome de transfusión feto-fetal en gemelos que comparten una sola
placenta (se realiza fotocoagulación láser). En
embarazo gemelar también se hace oclusión del cordón (se coagula o liga).
Otras cirugías que hacemos son la corrección de obstrucción de vías
urinarias (para establecer la comunicación adecuada entre vejiga y uretra), de
hernia diafragmática y de bandas amnióticas (membranas de amnios se adhieren a
las extremidades del bebé y pueden amputarlas, por lo cual se cortan). De igual
forma, se están llevando a cabo procedimientos guiados por aguja para tratar
tumores, como el teratoma sacrococcígeo (tumor en el coxis del bebé).
Aún no estamos haciendo cirugía de corazón.
¿Cuándo se realiza? La mayoría de las cirugías se hacen entre las 20 y las
24 semanas de gestación; los problemas de gemelos aparecen desde las 18
semanas. La clave para identificar estas anomalías es la ecografía en 2D.
¿Y el porcentaje de éxito? Los mejores resultados están en embarazos gemelares.
Después de la intervención, la probabilidad de supervivencia de los gemelos que
sufren síndrome de transfusión feto-fetal es del 80 por ciento. En hernia
diafragmática, de 50 a 60 por ciento de sobrevida.
¿Quiénes se operan? Fetos con mal pronóstico (100 por ciento de probabilidad
de morir si se espera a que nazcan para operarlos). El bebé no debe tener otras
alteraciones, ni estructurales ni genéticas, y los órganos susceptibles de ser
intervenidos deben tener aún probabilidad de funcionar adecuadamente.
Llevamos seis años operando y se han hecho alrededor de 70 cirugías. El
problema es más común de lo que parece, pues muchas de estas anomalías no se
identifican a tiempo; por eso, no se operan todas las que son.
CÓMO SE CORRIGEN LAS MALFORMACIONES En el caso de transfusión feto-fetal
existen vasos sanguíneos que conectan la circulación de los dos bebés y uno
recibe más sangre que el otro (uno es donante y otro receptor). Con láser, se
coagulan los que permiten esta conexión.
La oclusión de cordón busca que el bebé sano deje de bombear sangre a su
gemelo acárdico (sin cabeza, corazón ni
extremidades). En la obstrucción de vías urinarias, por la falta de líquido
amniótico –constituido en su mayoría por la orina fetal– los pulmones del bebé
no se desarrollan adecuadamente.
En hernia diafragmática, el diafragma no se forma por completo y queda un
hueco a través del cual se pasan las vísceras al tórax. Se busca ocluir la
tráquea con un balón (ver gráfico)