El mundo del cine de los ciegos desde la Biblioteca Departamental de Cali

Prográmese. Las funciones de cine para ciegos las promociona la Sala Hellen Keller de la Biblioteca Departamental por medio de su página de Facebook. Por lo general se organizan los viernes y sábados, en las mañanas. La entrada es gratuita.

Foto: Jorge Orozo / El País

En la Biblioteca Departamental de Cali está sucediendo una especie de milagro. Allí, cada mes, desde diciembre pasado, se proyecta totalmente gratis una película para ciegos.

Una de las últimas proyecciones fue 'La Era del Hielo I'. La pasaron un sábado, en la mañana, y ese día, en la sala, se contaron 38 sillas ocupadas.

Algunos de los asistentes salieron con la sonrisa de quien se gana una lotería. Así, feliz, estaba por ejemplo Maylin Ocampo, de 24 años, invidente debido a un tumor ocular. Su alegría se debía, entre otras cosas, a una razón sencilla: “Por fin pude entender el final de esta película”, dijo.

Maylin, que estudia idiomas en la Universidad del Valle, contó que varias veces había ‘visto’ la ‘Era de Hielo’ en un cine tradicional. La historia la trataba de entender escuchando los diálogos de los personajes, los efectos de sonido, la música. Sin embargo, el final es confuso, se escuchan gritos que no se entienden, a veces, y también hay escenas con silencios eternos.

Ahora con el nuevo cine para ciegos las películas se entienden de principio a fin.

“Lo que pasa” —dijo enseguida Consuelo Manzano, 54 años, invidente por un desprendimiento de retina— “es que en este cine uno puede ver las imágenes, pero en la mente”.

Que en una sociedad un ciego pueda vivir y entender una película no es poca cosa: es la traducción literal de términos como inclusión, como libertad, como justicia, como democracia.

Desde que en la Biblioteca Departamental se inauguró este ciclo de cine se han proyectado, además de la ‘Era de Hielo’, filmes como ‘Babe, el puerquito valiente’; ‘Slumdog Millionaire’ —ganadora de ocho premios Óscar—. Y el próximo estreno, tentativamente, será ‘Piratas del Caribe, la maldición de la perla negra’. ¿Cómo son posibles esas funciones?

II

El principal responsable de todo, vea usted, es ciego. Se llama Juan Gabriel Soto. El hombre —ya tiene 28 años y una calvicie precoz— dejó de ver para siempre desde que se cayó de un lavadero y se golpeó la cabeza. Tenía, apenas, 3 años.

Eso no le ha impedido, sin embargo, hablar varios idiomas: español, inglés y francés. O estudiar dos carreras: sistemas y comunicación social. O incluso ser futbolista e integrar la Selección Valle de Fútbol Sonoro. O trabajar aquí, en la Sala Hellen Keller de la Biblioteca Departamental, un espacio diseñado para los 25.000 discapacitados visuales y casi 10.000 sordos que viven en Cali.

En esta sala, que es tan limpia como un quirófano, Juan Gabriel se encarga de asesorar a los usuarios en el manejo de computadores y máquinas también milagrosas que les cuentan historias a los ciegos, les leen libros, les traducen pantallas, les hacen, así sea por un rato, la vida más fácil, más cómoda, tal vez más feliz.

Y desde la sala también difunde el curioso mundo del cine para los que no pueden ver.

Todo empezó, cuenta Juan Gabriel, en febrero del 2010. En ese mes recibió una gran noticia. Patricia Ibito, esposa de Leonel Hernández, un invidente y usuario de la Sala Hellen Keller, le contó que en el Centro Cultural Comfandi se estaban proyectando películas para ciegos. ¿Cómo era posible eso?

La noticia le llamó la atención. Juan Gabriel, aficionado al cine, tenía el mismo problema de Maylin Ocampo. Cada domingo, con su esposa, su hijo y algunos amigos invidentes, se sentaba en su casa a ‘ver’ películas. Pero no siempre entendía. Pocas veces, en realidad, entendía.

Y eso en él era un problema mayor. Porque Juan Gabriel es un tipo que no ha permitido que su limitación visual sea un obstáculo para hacer lo que quiere, lo que sueña. Ya se dijo: es futbolista, políglota, tiene dos carreras. Ahora sospecha que puede manejar carro, guiado por un GPS. El cartel de víctima, entonces, no está sobre él. Si se tiene ese carácter que alcanza para confrontar las vidas de los que vemos: ¿cómo no poder disfrutar y entender una película?

Cuando Juan Gabriel recibió la noticia, empezó a investigar sobre el cine de los ciegos.

Fue cuando se enteró que es una industria nueva, apenas explorada. Que el invento, aunque novedoso, es sencillo: audiodescripción. Así es el cine de los invidentes.

Se trata de un sistema creado para sustituir la falta de imágenes por descripciones sonoras. Es decir: en este cine las imágenes las describe un narrador en voz en off que cuenta, por ejemplo, cómo son los paisajes en donde se desarrollan las escenas; o los personajes; o los vestuarios; o los gestos. Toda una serie de detalles necesarios para que se entienda la historia. Como una radionovela.

Por eso, este tipo de películas exigen un guión particular. Por eso, ya existen quienes se dedican a escribir esos guiones y a adaptar los filmes tradicionales.

En España ya hay una empresa que se dedica a ese oficio e incluso exporta películas para invidentes. Se llama Navarra de Cine y en su catálogo ofrece títulos como ‘Planeta 51’, ‘Los abrazos rotos’, ‘Celda 211’.

España, por cierto, es el país en donde más se ha desarrollado esta industria. Tanto, que en Madrid, sobre la Calle Fuencarral, hay un teatro, el Roxy B y ahí, justo el 3 de diciembre del 2009, Día Mundial de la Discapacidad, se inauguró la primera sala de cine diseñada para ciegos y para sordos. Ese jueves se proyectó la película ‘La elegancia del erizo’, una adaptación de la novela que lleva el mismo nombre, escrita por Muriel Barbery.

Y en ese país existe una ley que le exige la industria cinematográfica española brindarle facilidades a los discapacitados para que puedan acceder al Séptimo Arte.

Después de investigar todo eso, a Juan Gabriel le surgió la idea de diseñar un ciclo de cine para invidentes en la Biblioteca Departamental. Era, pensó, un asunto de inclusión.

La idea se la transmitió a los directivos de la Biblioteca, quienes se animaron con el proyecto. Después, Juan Gabriel, por Internet, se contactó con la Organización Nacional de Ciegos Españoles, Once, que ha adaptado películas para invidentes como ‘El Señor de los Anillos’ o ‘21 gramos’. Les contó la idea. Allá también se animaron y, sin costo, le enviaron varias películas adaptadas para ciegos.

Y en diciembre pasado se inauguró el ciclo de cine para invidentes en la Biblioteca Departamental: la película: ‘Babe, el Puerquito Valiente’. La convocatoria se hizo por la página de Facebook de la Sala Hellen Keller. Asistieron 20 personas.

III

En el Auditorio I de la Biblioteca Departamental se apagan las luces. Es sábado, en la mañana, y hoy hay cine para ciegos en Cali. La película: la Era de Hielo I.

Entra la música. Enseguida se escucha el narrador en voz en off, con efectos de sonido al fondo: “Sobre un paisaje helado azotado por la ventisca, una diminuta figura se acerca dando botes. La figurita es una extraña ardilla de grandes colmillos. Escarba en el suelo helado para enterrar una bellota. Clava la punta de la bellota y saltando sobre ella la hunde en el suelo. Abre sus enormes ojos, al ver la grieta que ha provocado. La grieta sube por una montaña de hielo a gran velocidad...”.

Y entonces se escucha un ahhh sostenido. Después se escucharán risas, gritos.

Los invidentes en realidad viven la historia, mientras que sus acompañantes mueven sus cabezas a izquierda y derecha, buscando dónde mirar.

Porque al frente, en la pantalla, no hay imágenes. Sólo una proyección en tercera dimensión de luces rojas, amarillas, verdes.

La función tardó casi dos horas. Los invidentes después salieron caminando con sus gafas de sol y sus bastones hacia la Calle Quinta. Después de estar en un mundo pensado para ellos, en donde sólo faltaron las crispetas, fueron a enfrentar una ciudad, otro mundo, diseñado sólo para los que ven.

IV

Juan Gabriel Soto tiene un pensamiento recurrente. Se imagina una fila. Una muy larga. Una en donde hay hombres, mujeres, niños, niñas, ancianos, ancianas. Con gafas de sol algunos. Con bastones, todos.

Esa fila, está seguro, causaría tremenda sorpresa en la ciudad: son ciegos. Y van a ‘ver’ una película.

“Yo imagino la fila. Pienso en que el cine para invidentes sea masivo en Cali. Y ojalá que suceda como en España, que tiene esa sala de cine para ciegos y para sordos. Eso es inclusión”, insiste.

Es que el cine para invidentes tiene un poder político, por lo democrático, por lo justo, pero también económico y cultural. Cuando las salas están vacías, reemplazadas por los teatros en casa, brindar esta forma de entretenimiento podría ser una manera de preservar la industria y la tradición de ir al teatro.

En el mundo, según la Organización Mundial de la Salud, existen 37 millones de personas invidentes y otros 124 millones que padecen algún tipo de deficiencias visuales y cuyas posibilidades de entretenimiento son reducidas. Las filas para entrar a las salas podrían ser muy, muy largas, como lo imagina Juan Gabriel.