¡Un científico sabio no verifica su teoría favorita: la refuta!

Dec. 08 de 2012

Por:Nelly Mendivelso, Unimedios

El apego a la evidencia científica, en cuanto única manera de explicar lo que ocurre en el mundo, limita la oportunidad de avanzar con argumentos críticos y negativos. Así lo aseguró a UN Periódico el filósofo británico David Miller, profesor de la Universidad de Warwick y discípulo connotado de sir Karl Popper, uno de los grandes filósofos de la ciencia del siglo XX, con quien trabajó por más de treinta años.

UN Periódico: ¿Cuál es el valor actual de la filosofía?

David Miller: Junto con las ciencias, la filosofía tiene un papel para socorrer y mantener viva la tradición de la racionalidad que nos distingue a los humanos. Algunos filósofos rechazan el empleo de los argumentos en busca de la verdad. Sin embargo, otros reconocen que el enfoque argumentativo puede aportarle a la exploración del mundo, a la búsqueda de la verdad y al conocimiento sobre el universo y nosotros mismos. Mientras estos existan, en la filosofía seguirá habiendo un valor.

UNP: ¿De qué manera la filosofía podría incentivar más el uso del enfoque racional para solucionar problemas de la humanidad?

D. M.: En la filosofía, las ciencias y otros dominios de asuntos humanos, falta un entendimiento sobrio del ámbito y los límites de la racionalidad. Muchos filósofos, y la mayoría de científicos, llevan a cabo sus investigaciones argumentativamente, es decir, de manera más o menos racional. Ocurre lo mismo con la mayoría de los humanos y con todos los animales: viven exitosamente en el mundo físico sin que sepan las teorías físicas. El principal trabajo de la filosofía en el mundo es explicar la racionalidad y defenderla de los opositores.

UNP: ¿Qué enfoques filosóficos son valiosos?

D. M.: Aquellos que reconocen que pueden ser falibles, sin caer en la actitud negativa de suponer que todas las opiniones son igualmente equivocadas. No es fácil mantener un enfoque simultáneamente ambicioso y modesto: entusiasta para extender nuestro conocimiento del mundo y de nosotros mismos, pero consciente de la dificultad de dar un paso pequeño en la dirección correcta. Tal enfoque no solo es valioso en la misma filosofía, sino en todas las actividades humanas.

UNP: ¿En qué difiere el racionalismo crítico de otros sistemas?

D. M.:
La filosofía de Karl Popper enseña que se puede lograr más con argumentos negativos que con positivos. El racionalismo tradicional, que se remonta a Platón y Parménides de Elea, sostiene que la racionalidad de una investigación la da la posibilidad de demostrar, o probar, sus conclusiones. Lo que no se demuestra no tiene valor, es mera opinión antes que conocimiento.

En la antigüedad, los escépticos plantearon la objeción –que parece ser irrebatible– de que una demostración argumentativa de una conclusión no es posible, puesto que cada argumento requiere de algunas premisas, pero, si este es válido, la conclusión es una de estas. En consecuencia, para obtener la conclusión por medio de un argumento válido se necesita asumirla como premisa. A no ser que las premisas sean demostradas, la conclusión no lo es.

La sugerencia de Popper, central a la filosofía de racionalismo crítico, es que debemos prestar atención solamente a los argumentos críticos, que, al contrario de una demostración, no asumen como premisa la conclusión final, sino su negación. Así, nuestro conocimiento no consta de las conclusiones que pudimos demostrar, sino de las hipótesis que no hemos podido refutar.

UNP: ¿Cuál es la ayuda que la filosofía puede ofrecer al progreso de las ciencias básicas?

D. M.: Científicos como John Carew Eccles, neurofisiólogo y nobel laureado, han atestiguado el efecto liberador de comprender que, en la ciencia, la evidencia negativa juega un papel más esencial que la positiva. Así, escribió: “ahora puedo regocijarme hasta por la refutación de una teoría estimada, porque aun esto es un éxito científico”. Asimismo, el físico John Archibald Wheeler afirmó: “nuestro problema entero es el de hacer los errores tan rápidamente como sea posible”.

El científico sabio no trata de verificar o confirmar su teoría favorita, sino de refutarla. Pero no debemos exagerar los provechos de la filosofía acá. Es dudoso que un entendimiento de la lógica del conocimiento científico pueda guiar al físico o al químico o al biólogo en la dirección correcta, pero puede ayudarles a evitar algunos caminos equivocados.

UNP: ¿Y cuál es el apoyo que pueden dar las ciencias básicas al progreso de la tecnología?

D. M.: La función principal de las ciencias básicas en la tecnología es negativa y crítica. La ciencia no lleva a la tecnología, corrige sus errores.

A veces, la ciencia pura sugiere en términos generales unas aplicaciones; por ejemplo, la teoría atómica dice que dentro del átomo hay una cantidad enorme de energía, en principio utilizable, pero ella no puede instruirnos en los detalles de tales aplicaciones. La tecnología depende de ideas tecnológicas. Cuando tenemos una idea, aún borrosa, para diseñar un dispositivo u otra invención, podemos utilizar las ciencias básicas, especialmente las matemáticas, para pulir y optimizar ese diseño.

UNP: ¿Cuáles fueron los mayores aportes de Karl Popper a la filosofía?

D. M.: El racionalismo crítico involucra un cambio de dirección fundamental en la epistemología, porque resuelve el problema de la racionalidad del conocimiento humano. En la filosofía de la ciencia este problema se expresa en los problemas de la inducción y de la demarcación, que Popper llamaba los dos problemas fundamentales de la epistemología.

Pero también contribuyó en otros campos de la filosofía de la ciencia, especialmente en la teoría de la probabilidad, que interpretó como una propensión física. Y en filosofía política y de las ciencias sociales, su libro La sociedad abierta y sus enemigos es conocido por quienes desean la libertad, pero a veces ignorado por aquellos que ya la disfrutan.

UNP: ¿Cómo puede explicarse el llamado problema de la inducción?

D. M.: Según el empirismo tradicional, todo nuestro conocimiento auténtico se basa en la experiencia. Tras la explicación de David Hume del porqué la experiencia en el pasado no dice nada definitivo sobre el futuro o no constituye conocimiento universal, es decir, de leyes naturales, surgió el problema de cómo tal conocimiento puede justificarse. Este es el problema de la inducción. La solución de Popper es que nuestro conocimiento consta de conjeturas libres que no se basan en la experiencia, pero esta es utilizada para criticarlas y refutarlas. El conocimiento científico no puede justificarse. Pero eso no implica que no se pueda discutir racionalmente.

UNP: ¿Y el llamado problema de la demarcación?

D. M.: El problema de la demarcación de la ciencia empírica –metafísica, matemáticas, pseudociencia– es en realidad el de cómo podemos utilizar la evidencia empírica provechosamente, especialmente con respecto a las hipótesis universales de la ciencia. La observación de Popper fue que esta no puede verificar nunca una hipótesis universal, pero si falsarla. Así, podemos caracterizar las hipótesis científicas como aquellas que son falsables empíricamente. La conexión con el problema de la inducción debe ser obvia.



Edición:
UN Periodico Impreso No. 162