'La ciencia sigue siendo vista de reojo': Eduardo Posada Flórez

Fundador del Centro Internacional de Física, que cumple 25 años, habló con ELTIEMPO.COM.

Tenía que ser físico: cuando era niño, Eduardo Posada Flórez nunca tuvo que preguntarse sería cuando fuera grande.

Lo tuvo claro siempre. Tanto, que cuando tenía 8 años ya lo era: un investigador nato, un explorador de la naturaleza y de lo desconocido.

A esa edad, mientras su generación invertía neuronas perfeccionando la lectura o intentando sumar y multiplicar sin errar, él estaba encerrado en su habitación fabricando nitroglicerina.

Cuenta que estaba leyendo La isla misteriosa, de Julio Verne, y la receta del explosivo se le apareció entre líneas.

Intentó hacerla sin contarle a nadie, pero la mezcla nunca funcionó, para su fortuna y la de sus papás, que aunque nunca dejaron de acolitarle sus experimentos con cualquier material que se le cruzara, vivieron con la preocupación, mínima pero constante, de que algún día Eduardo iba a acertar -o a fallar- y terminaría volando la casa. "Siempre me alcahuetearon", dice.

Hoy, es él quien apoya. Es quien vela y espera confiado por el éxito de cualquier idea, como director del Centro Internacional de Física (CIF), con sede en la Universidad Nacional. Es el segundo organismo de investigación más importante del país, según Colciencias, y uno de los mejores entre los países del tercer mundo. Una pequeña NASA que promueve la ciencia y busca alternativas de desarrollo industrial, que este año cumple 25 años de haber sido fundado por él y otros físicos.

Ha sido uno de sus tantos 'experimentos' como científico, después de muchos años de haber dejado la nitroglicerina en reposo y guardada en su anecdotario, en su intento por lograr que la ciencia se incruste como el aire entre la sociedad. En eso Posada ha sido un adelantado y un cerebro no fugado que le apostó al país, como para reinventarlo: "porque no nos podemos quedar atrás".

Después de graduarse como físico en la Universidad de Lausana (Suiza) y de lograr un doctorado en Ciencias de la misma universidad, se quedó trabajando allí, dentro del Instituto de Física, perfeccionando la técnica para congelar células vivas (criogénesis).

Volvió a Colombia y desde ese momento ha impulsado la Ley de Ciencia y Tecnología, integró la Misión de Sabios en 1992 - con Gabo y Rodolfo Llinas entre otros-, fundó Maloka y se consolidó como un experto en superconductividad.

Hoy, además de ser la cabeza del CIF, dirige la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia. Y también lidera la Comisión de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo Sostenible en el Sur (Comsats), una organización intergubernamental, con sede en Islamabad (Pakistán), que desde 1994 integra a 21 países en desarrollo y cuyos delegados decidieron apoyarse mutuamente para desarrollar la tecnología en sus naciones.

El Consejo Coordinador de de este organismo estará reunido en Bogotá, durante dos días y por primera vez en Latinoamérica, para actualizar al mundo sobre sus proyectos más recientes. "A veces, después de ver tantas cosas hechas, me pongo a pensar que también he sido un irresponsable".

¿Cuáles son las prioridades del Centro Internacional de Física que usted dirige?

En biofísica, entender cómo funcionan las enfermedades parasitarias y tropicales, como la leishmaniasis. En biotecnología, con investigaciones en temas ambientales; allí ya tenemos la invención de un filtro para limitar parte de la contaminación del río Bogotá y otros desarrollos de reforestación productiva con componentes sociales.

Trabajamos en óptica, en nanotecnología para controlar la polilla guatemalteca, y en física aplicada para apoyar a la industria en la resolución de los problemas productivos que enfrentan.

Precisamente sobre este último punto: ¿la investigación y la ciencia colombiana si están en capacidad de ayudar con suficiencia a la empresa?

Sí, y nosotros no somos los únicos, Colciencias apoya a cerca de 60 centros de investigación; y por eso creo que el país tiene una capacidad científica razonable de servicio a la industria que toca aprovechar. No todo está inventado, ni lo mejor lo hacen ni en Estados Unidos, ni tampoco los alemanes o los japoneses.

Aquí podemos hacer desarrollo adaptado a nuestras condiciones y mucho más barato.

¿Pero es una alianza considerable?

Hay sectores donde hay apoyos y alianzas entre ciencia e industria, pero dentro del panorama global ese esfuerzo sigue siendo mínimo. En Bogotá se habla de la alianza entre universidad y empresa, pero todavía ese acuerdo deja mucho que desear, hay muy pocos proyectos verdaderamente importantes.

¿Todo debe ir dirigido a cambiar nuestro modelo industrial?

Sí, como lo hizo Corea, que reconvirtió toda su industria. Allí dejaron de producir juguetes sencillos y tenis, para convertirse en una economía modelo en el desarrollo tecnológico.

En Colombia lo podemos hacer, es decir, crear nuevas empresas derivadas del conocimiento que ya existe en las universidades y centros de investigación.

¿Y cuál sería el primer paso para comenzar a dar ese giro?

Que el Gobierno sepa realmente que hay en el país. Pareciera que el Gobierno piensa que aquí no hay nada y que todo lo tenemos que traer del exterior, tanto ciencia como expertos.

Aquí hay 18 mil investigadores activos, de ellos 5 mil con PhD, 5 mil grupos de investigación, 100 centros, todo un tesoro que debemos consolidar, pero que a veces no queremos mirar.

¿Se ha subestimando el trabajo nacional en ciencia?

Yo creo que sí. No creemos en nosotros, tenemos un enorme complejo de inferioridad y la empresa no cree en la universidad, a veces pareciera que no existen entidades como el CIF.

¿Pero no cree que ha faltado un esfuerzo de la academia por darse a conocer?

Sí, eso es cierto, muy pocos se muestran y eso da a entender que pocos son los que investigan. A eso se suma que los medios miran poco a la ciencia, porque no da chivas, espectacularidad y mucho menos escándalos.

¿Hay otros actores que deberían involucrarse en ese desarrollo científico?

La sociedad, que debe apropiarse de la ciencia y la tecnología. La gente debe saber que la ciencia es vital para el pensamiento y que está a su servicio. La ciencia básica es la que ha hecho avanzar el mundo: sin la mecánica cuántica, por ejemplo, no tendríamos teléfonos celulares.

¿Hay algún proyecto científico o tecnológico al que el país deba darle alguna prioridad?

Pienso, por ejemplo, que al satélite de la tierra, porque las imágenes que podemos adquirir de otros países para hacer proyectos y planear el desarrollo son muy caras y desactualizadas.

Un satélite, que además podríamos construir, le da una enorme autonomía a un país; la India tiene uno y pudo darle forma a su agricultura de precisión. Chile tiene, así como Argentina, México y Brasil.

¿Qué hace falta para lograr el acercamiento entre ciencia y desarrollo?

Presupuesto. Ya estamos a años luz de muchos países. Brasil invierte el 1.4 del PIB en investigación, Corea invierte el 3, y Colombia sólo el 0,17 por ciento; estamos a años luz de todos. Un país que quiera tener un desarrollo armonioso debe tener un montón de ciencia, con financiación estable.

¿Y se podría hacer algo desde el Comsat?

Podríamos crear tecnologías, intercambiarlas y vendernos productos nuevos mutuamente. En eso estamos y eso es lo que buscamos liderando un grupo global como este.


JAVIER SILVA HERRERA
REDACCIÓN VIDA DE HOY