Alcohol antiséptico, agua, refrescos en polvo, gaseosas, saborizantes
y hasta leche condensada: estos son algunos de los ingredientes usados para la elaboración
de un coctel peligroso cuyo consumo crece entre los
jóvenes y alarma a las autoridades.
Estas mezclas artesanales a base de alcohol de farmacia, denominadas
‘chamberlain’ o (‘chámber’), se están volviendo peligrosamente populares entre
jóvenes que buscan evadir las restricciones de venta de licor a menores de
edad.
“Las mezclas de este tipo no son nuevas, pero se han puesto de moda porque
los adolescentes pueden comprar alcohol medicinal sin problema y, además, les
resulta muy barato: una botella se consigue desde 2.000 pesos”, dice Andrés Olaya, toxicólogo del Hospital Santa Clara de Bogotá.
Lo que la mayoría de estos jóvenes desconoce es el peligro al que se exponen
con esta clase de bebidas, pues su consumo puede resultar mortal.
“Se cree que el alcohol de farmacia es menos nocivo que el industrial
(metanol), pero se ignora que a diferencia de algunos tragos, cuya
concentración de alcohol etílico oscila entre los 4 y los 47 grados, según el
tipo de bebida, el antiséptico viene en una concentración superior al 90 por
ciento”, explica Camilo Uribe Granja, relator de la Junta Internacional de
Fiscalización de Estupefacientes (Jife).
Por eso “un vaso de chámber puede equiparar a una
botella de whisky. Y tres tragos de la mezcla pueden
ser letales”, asegura Olaya.
Según Uribe, la edad de los consumidores agrava el problema. Si el hígado es
inmaduro, como el de los adolescentes, éste no alcanza a procesar todo el
alcohol que recibe en estas bebidas, lo que hace que en la sangre se alcancen
concentraciones superiores a los 300 miligramos por decilitro, cuando los
niveles tolerables están por debajo de 40.
Estos pueden llevar rápidamente al afectado a niveles altos de embriaguez
asociados, pero también a convulsiones, coma y paro respiratorio.
Si bien quienes superan una intoxicación aguda con chámber
no sufren ceguera (lo que sí puede ocurrir al ingerir licor con metanol), si
pueden padecer secuelas neurológicas por la hipoxia sufrida durante el paro
respiratorio y daños definitivos en órganos como el riñón (falla renal).
Esta semana autoridades de Bogotá lanzaron la voz de alerta por los casos
cada vez más frecuentes de intoxicación por chámber.
En la temporada decembrina, el Santa Clara recibió
tres casos semanales en promedio; este año esa institución ha atendido, como
mínimo, dos casos a la semana. De enero a marzo el Hospital Infantil
Universitario San José ha recibido a cuatro menores de edad por la misma causa,
“tenían concentraciones superiores a los 250 miligramos por decilitro de alcohol
en sangre”, dice Uribe.
El uso de estas mezclas parece estar difundiéndose en el país. Uno de los
casos más recientes ocurrió en Oicatá (Boyacá). En
diciembre siete estudiantes, entre los 15 y los 19 años, fueron remitidos al
Hospital San Rafael de Tunja bajo los efectos de esta bebida artesanal, y dos
tenían signos de una grave intoxicación.
Héctor Zambrano, secretario de Salud de Bogotá, asegura que pese al
creciente uso de estas mezclas, “los afectados sólo son conducidos a los
hospitales en casos graves”.
La toxicóloga María Francisca Olarte estima que el 30 por ciento de los
cerca de 5.000 casos anuales de intoxicación en el país, involucra el uso de
algún tipo de alcohol, muchas veces mezclado con sustancias psicoactivas.
MÁS CONTROL A LA VENTA DE ALCOHOL El estudio más reciente sobre consumo de
alcohol en menores de edad en Colombia, elaborado por la Corporación Nuevos
Rumbos con 9.276 alumnos de colegios públicos y privados del país indica que
los niños empiezan a tomar a los 10 años y las niñas a los 11 años. No es para
menos si se tiene en cuenta que, de acuerdo con la misma investigación, niños y
adolescentes, en general, ven normal y aceptable tomar trago para celebrar,
socializar, vencer la timidez, lograr aceptación, conquistar a alguien y pasarla
bien.
Por eso buscan maneras de eludir las restricciones de venta.
Camilo Uribe considera que ante el repunte de prácticas como el consumo de chámber, deberían adoptarse medidas, que ya existen en
países desarrollados, “como el control de venta de medicamentos (el alcohol
medicinal incluido) a menores de edad”, dice.
‘Pensé que ese día me iba a morir’ “Antes de intoxicarme había tomado chámber varias veces, porque me lo habían ofrecido. Sí sabe
distinto que otros tragos que uno, por ejemplo, mezcla con gaseosa. Tenía idea
de cómo se hacía y un día decidí prepararlo yo, más por curiosidad.
“Usé jugo de naranja, y de trago en trago me tomé como media botella. No sé
qué hice mal, pero como a la media hora empecé a sentirme muy tomado y con un
dolor de pecho muy fuerte, que después se me pasó al estómago.
“Pues me llevaron a urgencias. El médico dijo que el corazón me estaba
latiendo rapidísimo, que estaba deshidratado y tenía una concentración muy alta
de alcohol en la sangre. Pensé que ese día me iba a morir, pero a Dios gracias
los toxicólogos me sacaron adelante. Me fue bien, porque en ese mismo sitio se
había muerto hacía poco un indigente por una mezcla parecida.Cuentan
que la compañera de él lo encontró inconsciente y lo llevó a urgencias, pero se
murió ahí mismo”.
JUAN PABLO B., 20 AÑOS,