La desnutrición infantil es mucho más que niños con cuerpos extremadamente
delgados; esta tiene otras connotaciones y consecuencias, que se pueden
manifestar en el desarrollo del cerebro, desde que el bebé está en el útero y a
partir de su nacimiento.
El neuropediatra Álvaro Izquierdo sostiene que el
retraso del crecimiento intrauterino es sinónimo de desnutrición. “Sin embargo,
esta puede ocurrir no solo porque la mamá no come, sino porque la placenta
falla, hay hipertensión arterial o antecedentes de diabetes. Así, la
desnutrición se convierte en una de las primeras causas de retardo mental y de
parálisis cerebral”, dice el especialista.
Cuando la nutrición de la madre es inadecuada, al inicio del embarazo, las
células del cerebro (neuronas) del bebé no se multiplican, entonces los niños
nacen con una cabeza más pequeña de lo normal –microcefalia–. Ahora bien, si en
etapas posteriores de la gestación hay desnutrición, las neuronas que ya se han
multiplicado y tienen que viajar para conformar el cerebro del bebé, no llegan
al sitio adecuado; esto se conoce como trastornos de la migración y hace que el
cerebro no se conforme como debe.
Esto tiene graves implicaciones, teniendo en cuenta que, al nacer, la cuarta
parte del peso de un niño, con un desarrollo normal, está representada por el
cerebro.
“Para que estas células funcionen, deben estar adecuadamente alineadas, como
en formas de columnas; también, deben tener unas raíces llamadas sinapsis, que
permiten que haya comunicación entre ellas. Con la desnutrición, disminuye ese
fenómeno y se afectan el movimiento, el aprendizaje y la memoria”, dice
Izquierdo.
Por otra parte, Gonzalo Franco, pediatra y director del Centro Colombiano de
Nutrición Integral Cecni, asegura que “diversos estudios
señalan que los sobrevivientes de desnutrición grave demuestran deficiencias no
solo en el desarrollo sicomotor, sino en muchos campos que incluyen lenguaje y
audición, conducta social e interacción, habilidad para resolver problemas,
coordinación ojo-mano, capacidad de categorización, integración intersensorial, competencia en la percepción visual,
disminución de las habilidades motoras, bajo coeficiente intelectual y
deficiente desempeño escolar”.
Señales claves Para reconocer a un niño con desnutrición, se deben tener en
cuenta las manifestaciones clínicas, que –según Franco– están condicionadas por
la magnitud de la carencia, la edad del niño, la causa de las deficiencias y la
asociación con otras enfermedades nutricionales e infecciosas. No obstante,
aclara que la desnutrición aguda se puede considerar en dos sentidos: una, como
el proceso reciente de pérdida de peso; la otra, como el inadecuado balance
entre peso y talla.
Es vital alimentarse sanamente .
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda alimentar al bebé con
leche materna de manera exclusiva hasta los 6 meses. Desde esta etapa y hasta
los 2 años del niño se debe complementar con otros alimentos. De esto dependerá
la óptima condición física y neurológica del adulto. Es indispensable la
ingesta adecuada de todos los grupos de alimentos. El doctor Franco señala que
los progresos en la educación y el mejoramiento de la salud del niño están
directamente relacionados con el grado de nutrición; por eso, es tan importante
fomentar las buenas rutinas. “Un hábito de vida, que combina una alimentación
adecuada y actividad física regular en el niño reduce el riesgo de
complicaciones en la salud”, agrega.
‘‘ Estudios señalan que los sobrevivientes de desnutrición grave demuestran deficien- cias en el desarrollo
sicomotor, en el lenguaje y la audición” Gonzalo Franco, director del Centro
Colombiano de Nutrición Integral