REDACCIÓN SALUD Cada vez hay más evidencia científica de que al iniciar su
vida de pareja, las mujeres empiezan a subir de peso.
En eso coincide uno de los más recientes estudios sobre este tema, elaborado
por investigadores de la Universidad de Queensland
(Australia) y que hizo un seguimiento, durante diez años, a las variaciones de
peso de 6.000 mujeres, casadas y solteras.
Los científicos encontraron que todas aumentaron de peso: las que tuvieron
hijos ganaron, durante ese tiempo, diez kilos en promedio, y las casadas que no
se embarazaron subieron cerca de siete kilos. Aquellas que no tuvieron ni
pareja ni hijos, subieron cinco kilos.
Hombres no se quedan atrás Ellas, sin embargo, no son las únicas que suben
de peso cuando deciden dejar la soltería. Una investigación de la Universidad
de Carolina del Norte, hecha con hombres casados, encontró que cinco años de
estable vida en pareja representaron para ellos 15 kilos más de peso y 12 para
sus compañeras.
¿Puede considerarse, entonces, que el matrimonio o la vida en pareja es un
factor de riesgo para el sobrepeso y la obesidad? La nutricionista Claudia Angarita, directora del Centro Colombiano de Nutrición
Integral (Cecni) considera que sí: “Si bien las
variaciones de peso dependen de cambios metabólicos ligados a condiciones
intrínsecas de cada individuo, no hay duda de que la vida en pareja conlleva
cambios en la conducta alimentaria que, sumados a
factores culturales, hacen que la gente suba de peso”, dice.
Basada en su experiencia, Olga Lucía Estrada, médica especialista en
medicina física y rehabilitación y experta en medicina deportiva, asegura, por
ejemplo, que las costumbres en pareja tienden a unificarse, “en el caso del
ejercicio, el más perezoso tiende a volver inactivo al otro”.
Estos son otros factores señalados por las expertas: A comer juntos: son muy
pocas las actividades en pareja y en familia que no incluyen comida. Además de
la alimentación diaria, en la casa siempre hay entremeses para picar. A las
personas solas les aburre cocinar para uno solo, así que tienden a conformarse
con comidas más sencillas.
Inactivos: los solteros asumen, con más facilidad, el ejercicio como una
práctica rutinaria. En pareja suele ocurrir lo contrario: “Quedarse en la casa,
cocinar y ver televisión ‘arrunchaditos’ constituye, para muchos, todo un
plan”, explica Angarita.
Más vida social: los casados tienden a asistir con más frecuencia a
reuniones sociales en las que siempre hay comida y, en ocasiones, alcohol.
En general, no es posible elegir el menú y el tamaño de las porciones es el
mismo para ellos y para ellas.
Menos cuidado de la figura: los estudios indican que las personas con pareja
estable van menos al gimnasio y tienen más dificultades para controlar su
alimentación. Las mujeres, que al casarse asumen más responsabilidades, tienen
menos tiempo libre para invertir en su cuidado físico.
Estómagos consentidos: fieles al dicho de que ‘los hombres se conquistan por
el estómago’, muchas mujeres se esmeran por preparar las comidas que a ellos
les gustan. Por supuesto, éstos nunca se resisten. Y ambos comen a la par.
Economía del hogar: en un alto porcentaje, las mujeres son las encargadas de
administrar los recursos de la casa. La mayoría de ellas rechaza el desperdicio
de todo orden, así que, en general, todo lo que se prepara en casa, se consume.
CON INFORMACIÓN DE ‘LA NACIÓN’ DE ARGENTINA (GDA).