La Cardio-Infantil

Esta fundación ha prestado servicios médicos a más de 100.000 niños enfermos del corazón.

    "En momentos en que el sistema de salud atraviesa grave crisis administrativa, con sonados casos de corrupción, y cuando crece la tendencia a considerar que el servicio de salud se presta con afán de lucro, los bogotanos queremos resaltar el trabajo desinteresado de los fundadores, directores, científicos, benefactores, voluntarios de la Fundación Cardio-Infantil, quienes, desde hace 38 años, trabajan en beneficio de niños con problemas cardiacos que no tienen recursos", dijo Roberto Ciocci, presidente de la Sociedad de Mejoras y Ornato, al entregarle a Santiago Cabrera, director ejecutivo de la entidad, el premio Gonzalo Jiménez de Quesada, el reconocimiento más antiguo que se otorga anualmente a quien mejor les ha servido a la ciudad y a sus habitantes. Y esta fundación ha prestado servicios médicos especializados, sin costo alguno, a más de 100.000 niños enfermos del corazón, que de no existir la entidad no estarían vivos.

    Esta historia empieza cuando el cardiólogo Reinaldo Cabrera (q. e. p. d.) y su hermano Camilo, después de trabajar 10 años en el Hospital de La Misericordia, se embarcaron, por cuenta propia, y con el apoyo de generosos donantes, en la empresa de crear una entidad en donde atender gratuitamente a niños enfermos del corazón.

    Pues el doctor Cabrera, quien se especializó en el Hospital Childrens, de Houston, en patologías cardiacas en infantes, partió de allí con la esperanza de crear en Colombia una institución para servir a esos enfermitos. "La única retribución que espero es la sonrisa de un niño y la alegría de sus padres cuando sus hijos regresen a la vida normal", dijo cuando, en 1983, en un lote de un barrio en los extramuros, puso la primera piedra de una construcción que, por haber nacido entre un verdadero barrizal, los vecinos la conocían como Hospital Barrio Pantanitos. Hoy se llama Fundación Cardio-Infantil, ocupa 60.000 metros cuadrados, tiene 52 especialidades, ha atendido a más de un millón de pacientes, entre ellos 400 niños por jornada, más de 4.000 atendidos de manera gratuita.

    Lo extraordinario de la Fundación Cardio-Infantil, de la familia Cabrera y de quienes ayudaron a sacar adelante esta empresa y la mantienen en primer plano en cuanto al número de especialidades y en cuanto a calidad y eficiencia de la atención a sus pacientes, es que no se han limitado a que allí se preste la mejor atención médica especializada, sino que han expandido sus servicios, sus enseñanzas, su ejemplo, a lo largo y ancho del sector en donde está la entidad.

    Con jardines, centros deportivos, campos de comida, ese rincón de pobreza y de olvido se ha transformado en atractivo polo de desarrollo.Con programas de salud, de nutrición, de comportamiento, de atención a personas de la tercera edad en situación de pobreza, han ayudado al sector y a barrios vecinos.

    Clasificada como número 10 en el 'ranking' de los mejores hospitales de América Latina, y número 1 entre las 14 instituciones cardiovasculares de Colombia, y evaluada por América Economía Intelligence, entre los 190 hospitales y clínicas de alta complejidad, como entidad líder en calidad y eficiencia, todo centrado en el paciente y en la capacitación de su equipo humano, la fundación tiene otra particularidad: no solo atiende a pequeños enfermos, sin recursos, residentes en Bogotá, sino que, a través de brigadas de salud, busca en otras ciudades niños que padezcan enfermedades del corazón que no tienen con qué costear operaciones o tratamientos.

    Avianca ayuda a traer a esos enfermitos y la Fundación Nuevos Horizontes aloja a las familias mientras los niños reciben atención médica. "Han pasado 38 años desde que salvamos el primer corazón -dijo Santiago Cabrera al recibir el premio-. Nuestro mayor logro es que reconozcan que nuestro objetivo es trabajar por la salud de las personas y que nuestro principal compromiso es la vida."

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