Hace
algunas semanas, la periodista de la BBC Claire Millar confesó por escrito, y
en primera persona, que se había quedado calva.
“Es difícil hablar de ello –escribió Millar en la BBC–,
y hacerlo es un paso muy complicado (...), pero vale realmente la pena dar un
vistazo a las opciones y buscar una solución al problema”.
Quizá sin proponérselo, Millar puso sobre el tapete una enfermedad de la que
poco se habla, y que sin embargo esconde un gran drama. En su caso, la pérdida
de pelo fue producto de los efectos secundarios de una medicina para el acné y
le produjo depresión. “Algunos días me costaba salir de la cama e ir a trabajar,
pero no le dije a nadie lo que estaba viviendo (...). Me avergoncé y sentí como
si hubiera perdido toda mi feminidad”, relata la periodista
británica.
Paola Celis, colombiana, también periodista y movida por la intención de
mostrar a otras mujeres que este problema tiene solución, de igual manera
cuenta su historia. “Comencé a usar peluca no tanto porque me molestara verme
sin pelo, sino porque la gente –incluido mi bebé– no
me reconocía”, dice.
La condición de Celis es bastante común, a juzgar por lo que dice Orlando
Dueñas, médico dermatólogo especialista en pelo y microtrasplante
automatizado.
“Entre
el 40 y el 50 por ciento de mis pacientes son mujeres”, advierte. A eso se suma
que, aunque no existan cifras consolidadas –agrega Dueñas–,
entre el 40 y el 50 por ciento de las mujeres de menos de 50 años pueden
padecer calvicie, en mayor o menor grado.
Las causas pueden ser varias; entre las más comunes están los cambios
hormonales, el envejecimiento, las enfermedades de la piel y autoinmunes, y las
genéticas.
El dermatólogo Campo Elías Páez aclara que una de las causas más frecuentes es
la alopecia androgenética o calvicie común. “Esta se
presenta –explica– cuando hay un aumento excesivo en
los andrógenos (hormonas masculinas). Hay una pérdida progresiva de los
folículos pilosos en la región central del cuero cabelludo”.
Este tipo de alopecia puede presentarse en etapas tempranas de la vida, luego
de la pubertad, e irse incrementando de acuerdo con la edad. La pérdida del
pelo es un proceso gradual que puede tomar años.
Siempre se cae, pero…
Cabe aclarar, sin embargo, que perder cierta cantidad de pelo es normal. De
hecho, un solo pelo tiene entre cinco y ocho años de vida. Los seres humanos
pierden a diario entre 100 y 150 pelos. “Por eso –explica Dueñas–,
los tratamientos buscan recuperar el equilibrio del ciclo de producción del
pelo, no su caída”.
El
especialista añade que lo importante es encontrar la causa. “Clínicamente
comenzamos a observar cambios en la calidad del pelo; el que es normalmente
largo y grueso comienza a ser más fino y corto. El ciclo de producción es un
proceso biológico que se puede ver afectado por factores hormonales,
nutricionales y metabólicos. También hay enfermedades autoinmunes, otras
relacionadas con el cáncer o la ingesta de medicamentos, que pueden tener que
ver con la pérdida de pelo”.
Lo importante es saber cuál es la causa para iniciar el tratamiento adecuado,
pues de lo contrario un paciente puede probar con miles de productos,
medicamentos y procedimientos que resultan inútiles.
A
Paola ya ha comenzado a crecerle el pelo y, aunque lo tiene corto, ya no se ven
los parches de antes. Ella aprovecha para dar un consejo a las mujeres: “La pérdida del pelo es
una señal de que algo anda mal en el cuerpo. Vaya al médico, averigüe, pida
segundas opiniones. Es algo que tiene solución, pero no se aísle ni deje de
salir”.
Los mitos persisten
Es
común que muchas mujeres piensen que las tinturas, las planchas o los secadores
tumban el pelo. Sin embargo, el uso de estos productos afectan
solo la fibra capilar y no llegan a la raíz. El pelo que está por encima de la
piel es un tejido muerto, por lo que cuando las personas se lo cortan, no les
duele. Lo que sí se afecta es la calidad del pelo.
Tratamiento
Terapias que curan
Hoy
no se habla de tratamientos para la caída del pelo, sino de vigilar cómo está
su producción y restaurarla. Según Orlando Dueñas, médico dermatólogo, las
pacientes, desde el punto de vista terapéutico, se dividen en tres: las que
pierden el pelo pero aún tienen las raíces, las que no cuentan con raíces pero
sí con una zona donante (pelo en otras zonas de la cabeza) y las que no tienen
ni raíces ni zona donante. “Para las primeras -dice Dueñas- se hacen
tratamientos que incluyen medicamentos. Para las segundas existe el microtrasplante automatizado, un procedimiento ambulatorio
que no deja cicatriz.
Finalmente, para las terceras, la esperanza es el pelo clonado, algo que aún
está en desarrollo. Este procedimiento consiste en extraer células capilares no
dañadas y reproducirlas en un laboratorio”.
SERGIO
CAMACHO IANNINI
Redacción Salud