En Cali, las peleas se volvieron
a muerte
El
agente está sentado frente al volante de la patrulla. Se alista para tomar el
segundo tinto del turno. Es la 1:25 de la madrugada del jueves 19 de agosto en
el barrio Miraflores, en el oeste de Cali. A tres
cuadras de allí uno de sus compañeros le reporta la novedad: “hay un 910 por
634. Vengan rápido, mire que la situación es delicada, un hombre le pegó una
puñalada a otro”.
El
primero de los códigos indica que se trata de un herido y el segundo que el
hecho se presentó por una riña. Una que comenzó porque un vecino le dijo al
otro “marica”. Y se exacerbó porque ambos hombres habían ingerido dos botellas
de aguardiente. Suficiente combustible como para prender la mecha de un pleito
que dejó a uno de ellos con sus brazos cortados y al otro casi con las entrañas
expuestas.
Esa
noche,
El
22 de agosto, en Terrón Colorado, también en medio de tragos, una pelea desató
una de las mayores matanzas por intolerancia que se hayan registrado en Cali.
Marcial Dorado, un albañil que según dicen era tan callado que había que
sacarle las palabras a la fuerza, silenció la vida de cuatro de sus vecinos.
Tras
una serie de investigaciones
Ese
fin de semana las unidades de Policía no dieron abasto: 1.738 riñas entre la
noche del viernes y el amanecer del domingo fueron suficientes para llenar de
lesionados todos los centros de salud de
A este último centro asistencial llegaron dos hombres con heridas de cuchillo
en la noche del sábado 21 de agosto. Se habían enfrentado en su barrio, pero
siguieron la pelea dentro de la casa de salud.
La gente debe cambiar de mentalidad. Se trata de un tema de falta de valores
que motiva las riñas. Mayor reinaldo Gómez, Cte. Policía Floralia.
“Llegaron al punto de dañar una batería sanitaria y una puerta recientemente
reparadas. Lo peor fue que se hicieron más daño y los tuvieron que llevar a
cirugía. Estaban borrachos”. El episodio es contado por Iván González, gerente
del San Juan de Dios, quien agrega que casos como estos son comunes, sobre todo
en los fines de semana.
El
reciente puente festivo del 15 y 16 de agosto dejó como resultado 130 heridos.
Durante el pasado fin de semana hubo 13 homicidios y 36 lesionados, la mayoría
en medio de peleas callejeras.
En
esos tres días de 1.738 riñas, los reportes eran tantos que los 28 policías que
atienden en el Número Único de Emergencia 1.2.3, debían contestar cada uno
hasta 30 llamadas por hora.
El
mismo comandante de
El
tema no es nuevo en Cali, sólo que, según expertos, los enfrentamientos son
cada vez más violentos. En el 2009 las riñas representaron el 12% de los
homicidios, es decir 213 de las 1.794 muertes violentas que hubo. Pero en el
2010 el porcentaje creció: 159 de los 1.137 asesinatos hasta el 25 de agosto
fueron por disputas, es decir el 14%.
Disputas
como las que acabaron con la vida de Edwin Andrés López, de Medison
Parra Caicedo Muñoz y de Luis Enrique Vallejo Cortez, solo para nombrar algunos. A este último, muerto en
el barrio Villablanca, no solo le propinaron cinco
disparos sino que lo apuñalearon en siete ocasiones. La causa: el cobro de una
deuda que generó una pelea.
Las
autoridades dicen que mientras en el 2008 el promedio de disputas callejeras
por consumo de licor e intolerancia era de 600 cada fin de semana, este año es
de 400 casos de lunes a viernes y 900 los fines de semana.
Las
estadísticas indican que desde hace dos años estas peleas suceden en las mismas
zonas de la ciudad donde se reportan la mayor cantidad de muertes violentas:
las comunas 13, 14, 15, 16, 21, 20, 10 y 6. Algunos de los barrios más
afectados son Los Mangos, Floralia, Mariano Ramos y
El Diamante.
Pero, ¿qué hace que en Cali, la ciudad de la rumba y la alegría, la gente no se
tolere?
“No me mirés, o te mato”
Martes
24 de agosto, 7:50 p.m. Jaime* llegó a su casa en el barrio Petecuy
III con un alto grado de excitación debido al consumo de alucinógenos. Tiene 60
años. Su hermano menor le reclama y éste responde con un golpe que fue seguido
de una palabra soez y de otro puñetazo.
A Jaime
su familiar le da una paliza con una pesada cadena de hierro con la que le
golpeó la cabeza hasta sangrar.
Una
patrulla llegó al sitio, Jaime se calmó y fue llevado a un centro hospitalario
para que lo curaran. A las 8:30 de la noche ya estaba en libertad.
Mientras
los uniformados gastaron casi una hora resolviendo este percance familiar,
otras zonas de
“Estar
atendiendo estos llamados nos impide disponer de gente para seguir bandas
criminales y sicariales o para las vigilancias a las
viviendas o para la gestión comunitaria. Las riñas le quitan tiempo a todo
esto”, dijo el general Bojacá.
Un
especialista consultado por El País, advierte, sin embargo, que el hecho de que
la gente llame más a las autoridades indica que se está entrando en la cultura
de la denuncia. “Cada caso intervenido es un potencial homicidio que se evita”,
señala el experto.
Pero
el subdirector del Instituto Cisalva, Andrés Fandiño, cree que si bien el aumento en las denuncias es
bueno ya es hora de que el Gobierno fortalezca de manera efectiva los programas
de prevención y “para que la gente entienda que no se puede estar a toda hora
con un policía encima”.
Y
es que las causas por las que los caleños se pelean son a veces insólitas.
Desde una riña por una bolsa de basuco, pasando por
la disputa de un novio o novia a una tocada de cara.
Estas peleas en ocasiones se trasladan de las calles a los hospitales,
causando problemas de seguridad. Laureano Quintero, médico del Hospital
Universitario del Valle.
“Hemos tenido que atender llamadas y cuando llegamos encontramos a dos mujeres
peleando por un muchacho. Incluso, estuvimos en un caso donde un tipo mató a
otro porque no le pagó un chico de billar. Estando allí casi se arma otro
problema porque un muchacho le dijo a otro: “no me mirés,
o te mato”, relató un policía que hace dos años trabaja en
De
hecho el uniformado dice que es tal la intolerancia que, sobretodo en días de
quincena, la gente ingiere licor al grado de cerrar las calles.
“Es
ahí donde uno llega a la 1:00 de la madrugada a prevenir, pero hay que andar
con cuidado porque en un grupo de más de 30 hombres es mejor no alborotar lo
que puede terminar en una asonada”, cuenta el policía.
Para
todas las riñas de los fines de semana en Cali solo hay disponible un Comisario
de Familia. ¿Acaso ese funcionario podrá llegar al mismo tiempo a las 25 peleas
que se registran cada hora?
Los hospitales están afectados
El
alto número de riñas en Cali está generando congestión, problemas de seguridad
y un alto consumo de recursos en los hospitales de la ciudad. Así lo
manifestaron directivos de los hospitales Universitario del Valle, HUV y San
Juan de Dios. De acuerdo con Laureano Quintero, jefe del equipo de reanimación
del HUV, al menos el 20% de las 2.340 personas que llegaron heridas hasta el 31
de julio a este centro asistencial, corresponden a casos por peleas callejeras.
“Si
no tuviéramos este escenario continuo de riñas, los recursos servirían más para
atender otras emergencias relacionadas con úlceras, cesáreas o apendicitis.
Cada herido en riña puede costar al hospital hasta 500 millones de pesos, según
su complejidad, y eso afecta lo recursos del hospital”, dijo el galeno.
Por
su parte, Iván González, director del San Juan de Dios, advirtió que por cada
persona que llega herida por disputas se dejan de atender tres urgencias de
otro tipo.
Algunas iniciativas
· Con el fin de reducir los altos índices de
mortalidad en jóvenes entre 15 y 29 bajo por los efectos del alcohol,
·