Cali, entre la guerra y la
paz
Por Yesid Toro Meléndez, reportero de El País
El País visitó el
barrio más violento y el más pacífico de la ciudad. Historias.
Hay que caminar por las calles de Manuela Beltrán para entender por qué desde
hace dos años es el barrio con más homicidios en Cali.
Una amplia zona -cuatro cuadras al menos- es dominada por una pandilla conocida
como ‘El Cimiento’. Sus integrantes, dicen los vecinos, son capaces de quitarle
la vida a cualquiera sólo por robarle un billete de $5.000. Por eso la gente
mira azarosa mientras espera el bus en los paraderos; en cada esquina hay que
estar atento al zumbido de las balas y en las noches el temor es tal que hasta
el latir de un perro puede hacer encerrar de temor a la gente.
Uno de esos rostros asustados aparece detrás de la puerta del Colegio Fe y
Alegría, situado a un costado de una de las calles más conflictivas del sector.
Es el de una joven profesora, que asomada por una rendija se cerciora de que
quien le habla en efecto sea periodista. El interior de aquella institución,
donde estudian unos 250 niños, es como un oasis en un desierto. Un patio
limpio, de muros pintados con paisajes y salones repletos de pequeños que
buscan un escape al peligro que hay alrededor de sus propias casas.
Así es Manuela Beltrán. Desde hace dos años, el barrio que más homicidios
registra en la ciudad (42 en el 2008 y 44 en 2009). Y desde el 2001, según el
Observatorio Social de Cali, es el más violento de los 15 que conforman
Las autoridades dicen que el año pasado la disputa entre cuatro pandillas (‘
Dos de esas muertes fueron las de los hermanos Jhon Fredy y Runy Cruz Libreros. El
pasado 4 de abril una mujer los sacó de una fiesta y los llevó hasta un sitio
donde eran esperados por integrantes de la pandilla ‘El Cimiento’. Los mataron,
dicen, por una vieja deuda, “pero los dos hermanos ya no estaban robando”,
cuenta Juan Carlos, un joven que lidera un grupo de ex pandilleros dedicados
ahora a la vigilancia comunitaria.
El joven, de acento costeño, admite que el barrio es muy violento, pero que
ellos (los vigilantes) están buscando salidas al
problema. “Si vemos a una persona robando o metiendo vicio lo que hacemos es
ponerlo a barrer o a coger un machete para desyerbar un parque que hemos estado
arreglando”. Por eso, advierte, “mis muchachos no esconden su rostro detrás de
gorras. No tenemos nada que tapar”.
Pero este experimento en muchos sectores no ha resultado. El comandante del
Distrito 4 de
Aún así, en Manuela Beltrán la gente paga una cuota para que unos 80 jóvenes en
bicicleta, portando chalecos y advirtiendo su presencia con un pito, espanten
de sus calles a los que otrora fueran sus colegas del pillaje. Esto pasa, a
pesar que desde 2008 una unidad de
Son las 7:00 p.m. de un día de mayo. Salgo de este barrio, la noche ya apareció
en las calles más violentas de Cali. Me comprometí a volver. Así se lo dije a
Juan Carlos, el ‘comandante’ de los vigilantes.
El Milagro de Altos de Menga
Don Héctor Díaz aún recuerda el día en que la comunidad correteó a un joven que
se había robado un marranito de barro, en el que un sacerdote de la parroquia
de Altos de Menga guardaba las limosnas. “Eso fue el año pasado, es lo más grave
que hemos vivido en materia de inseguridad en los últimos dos años”, dice este
líder comunitario.
Altos de Menga, uno de los 24 barrios de
Las cifras 646
homicidios han ocurrido este año en Cali hasta el 15 de mayo. 177 asesinatos
tuvieron lugar en diciembre de 2009, el mes más violento. 50 muertes violentas
han ocurrido en lo que va de 2010 en
Es más, mientras en
los últimos diez años en Manuela Beltrán han asesinado a 403 personas, en Altos
de Menga la cifra, en ese mismo período, sólo llega a 16. ¿Pero qué hace que en
una ciudad como Cali con 1.794 homicidios en 2009, y con una tasa de 82 muertes
por cada 100.000 habitantes, mayor que la nacional que fue de 32, existan estos
contrastes?
El programa ‘Cali, Cómo Vamos’, que recopiló datos del Observatorio Social de
De eso da fe don Romaldo Mora, uno de los fundadores
de Altos de Menga. “Será porque aquí somos muy unidos y cada vez que vemos a
alguien sospechoso llamamos a
En Alto Menga, como le llaman sus habitantes, permanece el mayor José Gabriel
Betancourt, comandante del Distrito Uno de
Pero en Alto Menga no todo es mejor que en Manuela Beltrán. Este último barrio
será violento, pero tiene solucionados problemas críticos como el
abastecimiento de agua. En cambio los habitantes del ‘oasis de paz’ de la
ladera aún no disfrutan de ese privilegio. Pero ni siquiera esa deficiencia
turba la tranquilidad del sector.
Luego de vivir por un día en la tranquilidad de este barrio, regresé a donde
Juan Carlos, en Manuela Beltrán. Allí me encontré con don Víctor Villareal, un
fundador y líder comunitario que afirma estar cansado de decirle
a los representantes de
Eso mismo piensa Juan Carlos, quien apareció de repente dando ordenes a sus muchachos a través de un radio. “Mire-señala
una calle sin pavimentar- por ahí no pasaba nadie porque se agarraban a ‘plomo’
pero ahora la gente camina tranquila porque estamos cuidando el barrio”, anota.
Aproveché para contarle a Juan Carlos y a don Víctor lo que viví en Altos de
Menga: lo del ladrón del marranito; las peleas por el ruido... Casi de
inmediato uno de los muchachos que prestaba atención dijo: ¡ese barrio no debe
quedar en Cali, esto es muy ‘caliente’!
Y es que como cuenta don Armando Lozano, otro de los habitantes de Manuela,
“esos problemas menores los tuvimos aquí como en el año 1981. Luego llegaron
los del M19 y los de las invasiones y esto se llenó de pandillas. Ahora mire en
lo que estamos-se rasca la cabeza-”.
Sin embargo, a diferencia de Manuela, el mayor problema que atraviesan en
materia de seguridad en Altos de Menga es la presencia de jóvenes de barrios
aledaños que los fines de semana suben en motos a fumar marihuana. A propósito,
estando en una de las esquinas de Manuela Beltrán, llegó un olor a yerba.
Entonces, Juan Carlos dijo: “¡Espere, ‘pana’, hay unos pelaos soplando! ¿vamos, o qué?
En pocas palabras
"Aquí lo que faltan son oportunidades de empleo y educación; verdadera
inversión social. No solo capacitaciones porque con eso los jóvenes no logran
conseguir trabajo”. Víctor Villareal, Líder comunitario del barrio Manuela
Beltrán de Cali.
"Hemos hecho un trabajo con los muchachos y con la comunidad para reducir
tanta delincuencia, pero lo que en realidad se necesita es que les brinden
oportunidades laborales”. Subintendente Lucelly
Londoño, Policía Comunitaria Manuela Beltrán.
"Necesitamos que el Gobierno mire hacia este barrio tan sano. Uno de los
mayores problemas es el agua. Por lo demás nos hemos unido para evitar que
halla delincuentes”. Héctor Díaz, Presidente JAC sector San Miguel, barrio
Altos de Menga.
"El éxito en la seguridad de barrios como Altos de Menga y otros, en parte
se debe a estrategias de la comunidad, a que son barrios pequeños y que la
mayoría son propietarios”. Doris Tejeda, Directora del Observatorio Social de
Otros barrios sin homicidios
·
Durante 2009 un total de 91 barrios y sectores, de los 365 que hay en
Cali, no registraron homicidios. La mayoría está en
· Algunos son: