La disfunción eréctil en ellos y la falta de
deseo en ellas, ocupan los primeros lugares en la lista de motivos de consulta
entre los caleños. Falta de educación preocupa a sexólogos.
En una sociedad que gira alrededor del sexo, paradójicamente la pandemia
sexual del ser humano hoy son las disfunciones sexuales y los caleños y las
caleñas no son ajenos a ello.
Y como es sabido, los problemas de alcoba no se originan allí justamente,
sino fuera de ella. Los problemas de erección y de eyaculación precoz
en los hombres y de inhibición del deseo en las mujeres son los más frecuentes,
y quién lo creyera, son originados y signados más por aspectos socioculturales
que por orgánicos o de salud.
Los especialistas consultados coinciden en que los problemas sexuales de los
caleños y las caleñas son de origen sociocultural y no están en la
funcionalidad de sus genitales sino en su formación familiar, escolar y
cultural. Al tema se le ha prestado tan poca atención, que ni siquiera hay
estudios sobre sexualidad de la población caleña. Y si los hubiera, advierten
algunos especialistas, no serían confiables porque por esos mismos motivos
socioculturales, la gente miente a la hora de hablar de sexo.
“En nuestra cultura se habla del sexo como si fuera igual o peor que la
violencia. No hay sino que mirar el mensaje oculto que hay en ese aviso de la
televisión: ‘este programa puede contener escenas de violencia o sexo’, sin
embargo, la violencia sí se puede ver, mas el sexo no”, reclama el sexólogo
Octavio Giraldo Neira.
Incluso, a nivel familiar, el sexo aún es un tema tabú del cual no se habla,
y cuando se habla, es en forma negativa.
Para la sexóloga Nelssy Bonilla, más que
una orientación sobre la sexualidad centrada en la genitalidad, los caleños y
las caleñas buscan más un apoyo profesional sobre la comunicación sexoafectiva.
Según su experiencia clínica, el sexo no es algo tan mecánico ni la gente
está centrada en el número de orgasmos ni en la frecuencia de las relaciones
sexuales y esos aspectos cuantitativos que suelen rodear esta temática, sino en
buscar alternativas para enriquecer esa comunicación.
“Eso invita a pensar que la sexualidad no es una parte separada de la vida
cotidiana, sino que debe integrarse a la escucha, al apoyo, a la empatía y a
todo lo que conlleve a la convivencia saludable de la pareja”, explica Nelssy Bonilla.
El País le puso el termómetro a la temperatura sexual de los caleños con el
fin de dilucidar, con la ayuda de especialistas, cuáles son las preocupaciones
e inquietudes más frecuentes de los habitantes de esta ciudad con relación a su
vida sexual y se encontró con no pocas sorpresas. Aquí van las más recurrentes.
La anorgasmia o
dificultad para llegar al orgasmo, también es uno de los motivos más frecuentes
por los cuales las caleñas consutan a profesionales
de la salud en este campo.
La mayor razón de consulta de las caleñas tiene que ver con el deseo sexual
inhibido o hipoactivo y la anorgasmia
o dificultad para llegar al orgasmo.
Otra causa son los problemas de excitación, pero en menor cantidad, que se
manifiestan por sentir dolor y/o ardor durante la penetración (disparemia). Pero estas tres dificultades en la sexualidad
femenina (deseo, excitación y anorgasmia) están
estrechamente conectadas.
Si una mujer inicia con poco deseo sexual (ver gráfico), ya va en déficit
para la segunda fase. Y nuestra cultura, va en contra de la excitación de la
mujer. “Mientras el hombre sí fue educado para disfrutar el sexo y aprendió a
erotizar su conducta desde todos los estímulos sensoriales y allí está el empoderamiento de su ego sexual, a las mujeres nos
mutilaron para pensar en sexo, para imaginar en sexo, para recrearnos
sensorialmente con lo erótico”, dice Ana Lucía Paredes, psicóloga con maestría
en sexología y sexualidad de Profamilia.
Como la mujer aprende con el hombre, si le va bien, aprende a erotizar, pero
si la experiencia no es placentera, bloquea la capacidad de fantasía y de
imaginación erótica para acceder positivamente a los estímulos. Así,
difícilmente logran un nivel suficiente de excitación y muchas aceptan tener
penetración sin estar lo suficientemente listas desde lo biológico y menos
desde lo psicológico. Por lo tanto, es imposible que llegue a la tercera fase,
la meseta y mucho menos, al orgasmo. Y como este cumple una función motivadora
de la actividad sexual, si la mujer nunca ha tenido un orgasmo, afecta su deseo
sexual.
Y si no hay deseo, no habrá orgasmo y la situación se convierte en un
círculo vicioso que las lleva a consulta.
En esa falta de deseo influye que la mujer no conoce su cuerpo ni cómo
responde. Por ejemplo, todavía busca orgasmos vaginales y no explora posiciones
que permitan el roce del clítoris, el órgano responsable del orgasmo femenino.
“Así, ese placer no llega nunca o se demora muchísimo. Lo importante es tomar
la iniciativa, usar la imaginación, y que la mujer se asuma como sujeto de
derechos sexuales”, concluye la psicóloga.
Los casos de abuso sexual son de menor consulta, pero no porque no existan
sino porque se ocultan sobre todo en los estratos medios y altos. “Allí también
hay abusos, chantajes, acosos y hasta violaciones, pero se manejan de manera
soslayada”, dice la médica Liliana Arias.
La solicitud es de la víctima o la madre de ésta y hay casos en familias de
profesionales, con buen nivel de escolaridad.
El más común es el del padre que acaricia a la hija, ya sea desde muy niña,
o cuando ya está entre los 10-12 años. Son situaciones muy delicadas que rompen
la estructura familiar y causan problemas severos en la personalidad de la
menor.
“A una niña abusada por su padre se le desmorona ese líder que encarna las
leyes morales; además, en su inocencia, ella sabe que eso es prohibido por la sociedad
y se llena de culpa llevándola a infringir más normas en su vida adulta, por
ejemplo, caer en las drogas”, dice el psicoterapeuta Lucio David González.
‘Sino es con alcohol no funciono bien’. ‘Con Viagra
me siento más seguro’. Estas expresiones, que no son de adultos sino de
adolescentes y jóvenes, generalmente cristianos, que inician su vida sexual,
son cada día más comunes en consulta. Muchos crean dependencia con el alcohol
por la disfunción eréctil y por la eyaculación precoz, y hasta con el Viagra, así este medicamento sea para lo primero y no para
lo segundo.
La causa es la ansiedad y la culpa que les genera una relación sexual porque
los hombres se enfrentan hoy a mujeres más deseantes y demandantes que les
resultan intimidantes, dice la psicóloga Ana Lucía Paredes.
Por su educación se sienten intimidados y fracasan al no tener erección o al
eyacular rápido, y a la siguiente relación va inseguro y vuelve a fracasar y
cae en ese círculo vicioso. “Un adolescente se enfrenta a la fuerza biológica
de sus hormonas enloquecidas; a la fuerza psicológica de estar construyendo
identidad, autonomía y libertad, y si además hay una tercera fuerza en
contravía: la cultura, la sociedad y la religión, es lógico que presente
disfunciones sexuales”.
Ese joven que despierta con su pene erecto y le gustan las chicas, pero su
religión le dice: ‘es pecado, demoníaco’ o si se masturba o tiene sexo con su
novia, y si va al culto, el pastor canta: ‘Aléjate del demonio que te
tienta...’, ese mandato le genera culpa, vergüenza y miedo en su intimidad.
“Sería mucho más constructivo si se aprovechara su energía para hacerle
entender qué es la sexualidad, la construcción de su identidad, cómo puede ser
un agente responsable y positivo de su vida, cómo se establecen las relaciones
y los vínculos de pareja, de hacerle comprender que la vida erótica es
impensable sin la vida afectiva... si en vez de reprimir educáramos...”,
manifiesta la especialista.
La eyaculación precoz se camufla
Aunque
esta es la preocupación masculina más prevalente,
paradójicamente es la menos consultada por los hombres. Temor a embarazo, lo
que más le preocupa a ellas.
La preocupación más latente en los hombres es por las dificultades de
erección. Es un tema de rápida consulta, casi que de urgencia. Sin embargo, la
problemática masculina más prevalente es la
eyaculación precoz, pero paradójicamente es la menos consultada.
Quizás se debe a que los hombres se inventan estrategias y trucos para
enfrentarla y de esa forma la camuflan y ellas evitan ponerlos en evidencia
porque la mujer ha sido educada para protegerlos y no cuestionar su desempeño
sexual. De hecho, casi siempre las mujeres con disfunción de deseo o disfunción
orgásmica tienen por compañeros a hombres eyaculadores
precoces. “A veces uno encuentra pacientes que llevan hasta diez años con
eyaculación precoz o sea que pasó todo su vida siendo un eyaculador
precoz y nunca consultó”, dice la psicóloga Ana Lucía Paredes, de Profamilia.
El hombre solo recurre a la consulta cuando cambia de pareja, porque ante
una nueva compañera eso no tiene presentación. O porque el vínculo ya se
debilitó tanto que su pareja le pone en una disyuntiva: “o arreglas el asunto o
nos separamos”.
Ellos disminuyen el ritmo, se retiran de la vagina,
sin saber si ella está en la fase de meseta, a punto de desencadenar el
orgasmo. Otro truco es tomarse la copita de vino o la botellita de ron, porque
el alcohol vuelve lentas las respuestas neuronales a los estímulos, incluidas
las de índole sexual como la eyaculación.
Lucio David González, psiquiatra con máster en
psicoanálisis de la Universidad de León, España, dice que una consulta
frecuente es la de la familia modelo en el que el esposo y la señora tienen una
buena relación, igual con los hijos, pero al cabo de 15 o 20 años de
matrimonio, por un descuido del señor, la señora descubre que su marido tiene
encuentros eróticos de vez en cuando con el empleado de la oficina o de la
empresa, o con un amigo.
Esta situación genera una grave crisis que resquebraja la estructura
familiar y rompe con los valores sociales y familiares establecidos, en la que
la esposa considera que ha estado casada con un pervertido o con un monstruo.
En la terapia se busca que la esposa entienda que la bisexualidad no es
anormal ni una perversión, sino que se oculta porque no es socialmente aceptada
y al señor que debe tomar una decisión: seguir casado o salir del clóset y
admitir su homosexualidad.
Solos o acompañados por sus padres, preadolescentes o adolescentes entre los
10 y los 19 años sienten inquietud porque están buscando su identidad sexual.
Esta es la consulta más frecuente en este rango de edad. Son los que llegan
preguntando: ¿Será que soy homosexual? ¿O soy bisexual?
O cuando los padres ven que “su hijo o hija tiene comportamientos extraños”,
generalmente buscan consejo del terapeuta para “ver cómo se arregla esa
conducta del hijo”, dice la médica Liliana Arias Castillo. Y cita el ejemplo de
una pareja con tres hijas que siempre deseó un hijo varón y tiene una cuarta
hija. Esta última no feminizó su cerebro, entonces en la adolescencia empieza a
ser víctima de discriminación y maltrato por sus pares y hasta por sus padres
que no quieren aceptar su identidad sexual.
Situaciones similares se han vivido con niños. En estos casos, hay mucha
presión social de parte de los pares o demás jóvenes que acosan al adolescente
para que “ligue” con las chicas de su edad y él dice: “es que no me gustan”,
“es que no me dan ganas”, “pero cuando veo un amigo sí tengo erección”. Esa
crisis los lleva a consulta profesional.
En este caso, hay una variable, menos frecuente, pero real: es la consulta
por adolescentes o jóvenes con trastornos del desarrollo de diferenciación
sexual o intersexo. Son aquellos con genitales
definidos de femenino o masculino, pero su desarrollo psicológico, mental y
emocional, es del sexo opuesto.
Algunos expresan su deseo de someterse a la cirugía transgénero,
pero eso requiere un manejo multidisciplinario que puede demorar hasta cuatro
años el proceso para tomar esa decisión, incluidas las consideraciones legales
y jurídicas ante la ley.
El miedo a quedar embarazada, la inquietud que mayor votación obtuvo por
parte de las mujeres y de unos pocos hombres en el sondeo de elpais.com.co, sería más bien un pretexto para no enfrentar
los problemas sexuales reales, opina la psicóloga Ana Lucía Paredes.
Con la cantidad de información que hay hoy y la facilidad para acceder a los
métodos de planificación familiar, el problema real son las actitudes negativas
que existen social y culturalmente alrededor de la vida erótico-afectiva que
hacen que la gente no sepa utilizar esa información y esos medios.
Todos saben qué es el condón y para qué se usa, pero en el momento de tomar
la decisión, el hombre dice: ‘Con eso no se siente’, ‘eso no es lo mismo’, ‘¿es
que tú no crees en mí? y ella responde ‘yo te amo’, ‘no te quiero perder’. “Eso
significa que la persona no ha aprendido a asumir su vida erótica, pero ¿quién
le ha enseñado?”, pregunta Paredes.
Ellos
”El cariño es la mayor inquietud. Desde que el sexo se volvió fácil de
tener, el amor se volvió más difícil de encontrar”. Arturo Cabrera S.
“Que tu pareja pierda el deseo sexual hacia ti”. Fabián Barona.
“Que llegue el día en que se acabe la pasión y la química”. Juan Sebastián
Rodríguez.
“La potencia a una edad mayor”. Uriel Giraldo.
“Que algún día se apague la fantasía”. Carlos Guillermo Moreno.
Ellas
“Un posible contagio de una infección o más grave aún, una enfermedad”. Louise F. del Toro.
“Que al pasar los años mi deseo sexual acabe”. Betty
Ceballos.
“La disfunción eréctil al cumplir determinada edad es la mayor preocupacion que debe tener una esposa”. Isabela Tovar.
“Estar preparados para la edad senil, en su función sexual con tratamientos
y alimentación adecuados”. Susana Guzmán.
Dato clave
Temor a no satisfacer a su pareja y a fallar en su desempeño sexual, fueron
las mayores inquietudes de los hombres, en el sondeo de elpais.com.co.
Y en las mujeres, después del temor al embarazo, figuró el miedo a contraer una
enfermedad.
Los hombres mayores de 50 años son los que más consultan por disfunción
eréctil, pero curiosamente son las mujeres las que preguntan más porqué la
erección de su compañero ya no es tan fuerte. “Nunca se ve que un hombre llegue
con los problemas de ella a cuestas a la consulta. Si va, va por los de él”,
dice la médica Liliana Arias Castillo, especialista en medicina familiar y
sexología, de la Universidad del Valle.
Como les ocurre a los de 38 o 40 años, que consultan por trastornos de la
eyaculación apenas notan cambios en su erección. Son ejecutivos exitosos en su
trabajo, pero no tanto en su intimidad por estrés laboral.