Reducir calentamiento global
ayudaría a disminuir obesidad del mundo
Esto
combatiría enfermedades como depresión, problemas cardiacos y respiratorios,
entre otras.
Mitigar
el cambio
climático ofrece oportunidades incomparables para mejorar la salud y el
bienestar del ser humano. En efecto, las políticas de reducción
de las emisiones de gases de efecto invernadero pueden traer consigo una
disminución significativa de las enfermedades cardiacas y respiratorias, el
cáncer, la obesidad, la diabetes, la depresión y las muertes y lesiones por
accidentes automovilísticos.
Estos
beneficios para la salud surgen porque la política ambiental afecta
necesariamente a dos de los principales determinantes de la salud humana: la
nutrición y el movimiento. Aunque los profesionales de la salud reconocen
cada vez más los beneficios de las políticas que abordan el cambio climático,
los encargados del diseño de políticas no los valoran tan ampliamente. La
existencia de estos beneficios para la salud supone una reducción radical de
los costos netos de emprender acciones para mitigar el cambio climático, lo que
significa que el no comprender su importancia podría tener graves consecuencias
ambientales (Solo el 58 por ciento en EE. UU. cree
en el cambio climático).
Los
múltiples beneficios para la salud derivados de la reducción de las emisiones
de gases de efecto invernadero han quedado documentados en investigaciones
recientes. Para cumplir con las metas de reducción de emisiones en el sector
de los transportes se necesitaría, además de reducir el uso del automóvil,
aumentar ligeramente las caminatas y el uso de la bicicleta. Sobre la base
de evidencias epidemiológicas que vinculan la actividad física con la salud, el
aumento resultante de esa actividad reduciría, en gran medida, las tasas de
enfermedad crónica: entre el 10 por ciento y el 20 por ciento en el caso de las
enfermedades cardiacas y los derrames cerebrales, entre el 12 por ciento y el
18 por ciento en el del cáncer de mama y el 8 por ciento en el de la demencia senil.
El
transporte sostenible también mejoraría nuestra salud mental, pues se calcula
que habría un 6 por ciento menos de casos de depresión. Habría beneficios
adicionales para la salud mental con más espacios verdes, menos contaminación
de ruido y una mejor condición física (Aún
hay esperanzas en materia de cambio climático, asegura un experto).
La
reducción de la producción de ganado a fin de rebajar las emisiones de metano
procedentes de los animales y la deforestación -factores que contribuyen
significativamente al cambio climático- también mejoraría la salud.
Menos ganado significaría menos productos animales en nuestra dieta, lo que
reduciría nuestro consumo de grasas saturadas nocivas y conduciría a una
reducción del 30 por ciento las enfermedades cardiacas. Reducir el consumo de
carne también debería reducir las tasas de cáncer colorrectal
-el segundo tipo de cáncer más común entre los hombres después del cáncer de
pulmón-.
Al
mejorar la dieta y elevar los niveles de actividad física, las políticas
orientadas a mitigar el cambio climático conducirían a grandes reducciones de
las tasas de enfermedades que producen muertes prematuras e incapacidad en
cientos de millones de personas en todo el mundo. También se reduciría la
gordura de la población. Más de mil millones de adultos tienen sobrepeso y
300 millones son obesos, incluyendo a una tercera parte de la población
estadounidense. Además, científicos del gobierno británico predicen que el
Reino Unido "será una sociedad predominantemente obesa" para el 2050 (Veá acá más noticias sobre obesidad).
De
hecho, si se mantienen las tendencias actuales, para el 2050, nueve de cada
10 adultos del mundo tendrán sobrepeso o serán obesos. En los países de
ingresos medios, el índice de masa corporal está aumentando de manera
constante. Esto tendrá un impacto grave en la salud y el bienestar, y aumentará
el riesgo de diabetes, enfermedades cardiacas, derrames cerebrales y cáncer.
Los
países en desarrollo también están en peligro. A México solo lo supera Estados
Unidos en prevalencia de la obesidad. El aumento
de la diabetes,
como consecuencia de una población que engorda, está provocando una
epidemia de enfermedades renales en un país en el que solo una de cada cuatro
personas puede recibir tratamiento.
La
experiencia de Cuba en los años noventa confirma los efectos sobre la salud de
reducir el consumo de combustibles fósiles. Durante la crisis de energía
cubana luego de la interrupción de los insumos soviéticos subsidiados, la
proporción de adultos que hacían actividades físicas aumentó en más del doble.
El índice de masa corporal promedio de la población disminuyó 1,5 unidades, con
lo que la prevalencia de la obesidad cayó a la mitad:
del 14 por ciento al 7 por ciento. Las muertes por diabetes se redujeron 51 por
ciento, por enfermedades cardiacas, 35 por ciento y por derrames cerebrales, 20
por ciento.
Además,
en un mundo en el que se recurra menos al carbono habría menos hambre. En abril
del 2008, Evo Morales, el presidente de la pobre y hambrienta Bolivia, hizo un
llamado por "la vida primero, los autos segundos" y exhortó al mundo
rico a que dejara de quemar alimentos cada vez que manejaban sus autos -una
referencia a las políticas de los gobiernos occidentales sobre los biocombustibles- (El
cambio climático, un proceso lento que amenaza a la Tierra).
Sin
embargo, el uso del automóvil y los precios de los alimentos ya estaban
vinculados mucho antes de las políticas sobre los biocombustibles.
El uso del automóvil hace que aumenten los precios de los alimentos, porque
el petróleo es un insumo clave para la agricultura. Reducir el uso del
petróleo en el sector de los transportes es esencial para evitar la hambruna en
los países pobres. Mientras que la agricultura no se libere de la dependencia
del petróleo, habrá una competencia para llenar los tanques de gasolina en los
países ricos y los estómagos en los pobres. Comer menos productos animales
también reduciría los precios de los alimentos, porque el ganado se alimenta a
base de cereales.
Otras
políticas orientadas a mitigar el cambio climático también tienen efectos
positivos sobre la salud. Aislar los hogares en los países de altos ingresos
para conservar energía prevendría las muertes relacionadas con el frío.
Igualmente, el uso de cocinas más eficientes en el consumo de combustible,
en los países pobres, reduciría el número de muertes de niños (que
actualmente es de un millón al año-por infecciones respiratorias, provocadas o
agravadas por el uso de combustibles sólidos).
Un
programa de reducción del uso del carbono en todas las principales áreas del
uso de energía, junto con una reducción del consumo de productos animales,
generaría beneficios sustanciales para la salud y el bienestar del ser humano.
En sus debates sobre el costo de la mitigación del cambio climático, los
negociadores y diseñadores de políticas no pueden pasar por alto estos
beneficios.
IAN
ROBERTS*
PROJECT SYNDICATE
* Profesor
de Epidemiología del London School
of Hygiene & Tropical
Medicine. Autor de 'The Energy
Glut: the Politics of Fatness
in an Overheating World'.