Caleños, sordos por
el ruido
Dagma señaló 11 zonas críticas. Van 700 quejas y 23 negocios con cierre
preventivo.
Manhattan II es un bar–estanco
caleño sobre
Si por alguna razón alguien quisiera pasar una noche en el segundo piso de este
bar no podría hacerlo por una simple razón: los
altavoces producen cerca de 90 decibeles, lo mismo que genera un taladro de
mano prendido. A eso se le suma que Manhattan queda
sobre
“Este lugar incumple las mínimas medidas de legalidad auditiva. Es decir, está
violando la norma y se sobrepasó los decibeles permitidos”, dice un inspector
del Dagma. La zona, considerada mixta (comercial y
residencial), no puede sobrepasar los 60 decibeles, que equivalen a la
conversación de dos personas.
Manhattan fue cerrado y sellado la noche del pasado
jueves y su propietario sólo podrán abrir de nuevo sus
puertas cuando haya adaptado el bar-estanco a las
normas que indicó el inspector, entre otras, no alcanzar más de 60 decibeles al
exterior. Tras el sellamiento provisorio, el dueño
terminó amenazando a los funcionarios del Dagma.
El País acompañó esa noche del jueves a funcionarios del Dagma
y de la secretaría de Gobierno Municipal a un operativo en el que se efectuaron
el cierre definitivo de un local y el preventivo de otros cuatro
establecimientos (entre ellos Manhattan), los cuales
al momento de la visita excedían los niveles permitidos, 55 decibeles, como lo
estipula la ley.
Los
establecimientos a los que se les aplicó la ley preventiva fueron: Albar (Av 6 N. 15N-89), Maraka Café Bar (Calle 16N 6N-24), Mama Luna Bar
Crossover (Calle 15N 4N-96) y Manhattan
II (Calle 5 #16-54). Estos lugares no podrán prestar sus servicios al público
hasta tanto realicen las adecuaciones necesarias para minimizar el impacto
sonoro.
El cierre definitivo fue para la taberna y discoteca ‘Las Avenidas’ (Cra 8ª 42-54 del barrio el Troncal) que entró a proceso sancionatorio ante la entidad, luego de haber sido sellada
preventivamente el fin de semana pasado y de que los sellos fueran levantados
luego ilegalmente. La sanción podría revocarle el uso del suelo.
“Vamos a hacer cumplir la ley, pero sabemos que no lo lograremos de la noche a
la mañana. Comenzaremos con campañas preventivas, pero si incurren en
violaciones continuas nos iremos hasta las últimas consecuencias”, advierte
Carlos Rojas, director (e) del Dagma.
Aumentan quejas
Sólo este año han recibido cierre preventivo 23 establecimientos, nueve de
ellos ubicados en el barrio Granada, por exceder los índices permitidos que, en
ocasiones, alcanzan los 85 decibeles. Éstos, según Carlos Hurtado, médico
general, puede causar una pérdida gradual de la
audición. El Dagma confirma que hay 20 locales más
amonestados.
Cali, según la entidad ambiental, tiene once zonas críticas de contaminación
auditiva (ver mapa), siendo los barrios Granada y Juanambú,
la galería Santa Elena y el Centro, las zonas de más difícil control del ruido.
En lo que va corrido del año, más de 700 quejas se han recibido formalmente en
la oficina ambiental, muchas provenientes de estas zonas.
Las quejas van desde conflictos entre vecinos por el manejo del volumen de un
equipo de sonido hasta fuertes cartas porque una industria atormenta de forma
permanente a sus vecinos por su alta contaminación auditiva. Según conoció este
diario, las quejas y reclamos se han duplicado en los últimos dos años.
Mónica Londoño, coordinadora de Impacto Comunitario del Dagma,
anota que “una de las zonas críticas son los barrios Granada y Juanambú, lugares de congestión vehicular y presencia de
locales comerciales de alto impacto. Pero hay nuevos locales que se han
extendido al barrio Santa Mónica, vecino de Granada”.
Entre tanto, el ruido se multiplica en el día en zonas como el centro de Cali y
la galería Santa Elena, que según la especialista, tiene tanto impacto
ambiental que es casi imposible mitigarlo. “Estas zonas sólo se trabajan con
cultura ciudadana, no hay otra forma”, dice Londoño, quien cuenta que así, con
cultura, se bajó el ruido en
¿Quiénes incumplen?
Entre los que más incumplen las normas están los establecimientos nocturnos.
Bares, restaurantes y estancos vienen alterando la tranquilidad del ciudadano,
pero las congregaciones de personas y las fiestas privadas se han vuelto los
nuevos generadores de ruido alterando zonas antes apacibles como Ciudad Jardín.
La coordinadora Londoño cuenta que en este exclusivo barrio se da el fenómeno
de las fiestas privadas. “Llegan a las 11:00 de la noche, montan su fiesta y a
las 7:00 a.m. del otro día no hay rastro de festividades, pero hicieron un
ruido ensordecedor que no dejó dormir”, cuenta.
Generadores de ruido son también las iglesias, especialmente cristianas, cuyas
instalaciones están equipadas con potentes altavoces. Por ejemplo, la
congregación que semanalmente oficia en Las Vallas, en Menga, tuvo que invertir
más de mil millones de pesos en la adecuación de la sonorización del
establecimiento para estar en regla, según contó un funcionario del Dagma.
Mientras el volumen se baja, el Dagma sólo hace la
salvedad de que, según la ley 1333 de 2009, las multas por esta infracción
pueden ascender hasta 5.000 salarios mínimos diarios legales vigentes (85
millones de pesos), y sólo se levantará el cierre del lugar que sea clausurado,
hasta que se demuestre que se ha mitigado el impacto ambiental que originó la
multa.
Volumen a las amenazas
El Dagma tiene 14 sonómetros y una veintena de
funcionarios que realizan los operativos. De las 20 visitas que se han hecho en
los últimos meses, sorprende las numerosas amenazas que reciben estos
funcionarios. Desde ofrecerles dinero y sobornos hasta quererlos golpear y
amenazas violentas. Actualmente se estudia la posibilidad de judicializar a los propietarios de los establecimientos,
que son los que más amenazan a los funcionarios.
Lo que dice la ley
Según
Para regular el ruido, las ciudades tienen cuatro tipo
de sectores, en los que se manejan diferentes decibeles. El sector A lo
componen hospitales, bibliotecas, guarderías, hogares geriátricos. En éste son
permitidos hasta 55 decibeles día y 50, noche.
El sector B lo conforman residencias, unidades de apartamentos, hoteles,
colegios y universidades con 65 decibeles día y 55 de noche.
El sector C incluye parques industriales, discotecas, bares, restaurantes, centros
deportivos con 70 decibeles día y 60 de noche. Y el sector D lo componen zonas residenciales suburbana, zona rural y reservas
naturales así como parques naturales con 55 decibeles día y 50 de noche.
En sus propias palabras
"Los que falten a las normas harán un apadrinamiento a parques y limpieza
de zonas verdes, una especie de sanción social”. Carlos Rojas, director (e) Dagma.