Recuperación de Salvador Cabañas resulta milagrosa pese a la gravedad de sus lesiones

Salvador Cabañas, baleado el 25 de enero pasado.

Nadie se explica por qué el jugador evoluciona bien con una bala en la cabeza.

Que una persona reciba un balazo en la frente, que el proyectil quede atrapado dentro del cráneo, que recupere la conciencia poco después y que incluso le hable a su esposa antes de entrar al quirófano para decirle que va a "salir de eso", como le ocurrió al delantero paraguayo Salvador Cabañas, es estar de buenas.

El "milagro", como prefieren llamarlo algunos, fue completo: la bala se alojó en un sitio quirúrgicamente inaccesible y de modo tal que no causó lesiones vitales.

Por supuesto que el cerebro sangró por dentro y se inflamó, lo que hizo necesario drenarlo en el quirófano y dejarle un catéter que va desde el cráneo hasta el abdomen, por debajo de la piel, para evitar que la sangre vuelva a acumularse.

Además, hubo que bajarle las funciones a las neuronas para que no gasten mucha energía. Eso hizo necesario sedarlo, vigilarlo en una unidad de cuidado intensivo y esperar a que el cerebro se desinflamara.

A medida que esto ocurre se va observando qué se ha lesionado y qué no. Lo cierto es que cinco días después de la cirugía, el delantero de 29 años del América de México abrió los ojos y habló en su natal guaraní, aunque no recordaba lo que le había pasado.

En ese momento surgió una pregunta: ¿Volverá a jugar? ¿Podrá en junio ir al Mundial? El neurocirujano Ernesto Martínez, que operó a Cabañas, dijo entonces que era muy pronto para saberlo y que los riesgos persistían.

No obstante bastó que, a ocho días del disparo, se moviera, fuera llevado a un sillón y pidiera comida, para que muchos pensaran que sí era posible verlo en Sudáfrica.

Y aunque todo el mundo, especialmente los paraguayos, esperan que así sea, la ciencia médica exige prudencia frente al
pronóstico.

Es importante saber que en la primera etapa de su lesión neurológica lo más importante era salvarle la vida a la persona, cosa que se logró.

Ahora la lesión de Cabañas está en una etapa de consolidación, que durará varias semanas.

Al final de ella se sabrá si hay algún daño en la sensibilidad, en el movimiento, en la coordinación, en el pensamiento o en el lenguaje.

Establecido eso el proceso de rehabilitación se reforzará para compensar dichos déficit. Esto puede incluir el reentrenamiento en algunas habilidades que se hubieran perdido, y es ahí donde se sabrá si Cabañas podrá volver a un campo de fútbol, en las condiciones de antes.

Siendo más optimistas, se podría esperar que no haya ni lesiones ni secuelas de importancia, pero siempre habrá que esperar a que los riesgos de infección pasen y que no surja ninguna otra complicación.

Aquí sí sería posible que empezara a reentrenar con su equipo, en forma progresiva y de la mano de un terapeuta.

El proceso, por ahora, va bien, pero todavía es prematuro decir que Cabañas estará en el Mundial. Lo que cuenta, en realidad, es que cada día esté mejor.

¿Qué lesiones producen las balas en el cerebro?

Las heridas penetrantes por armas de fuego en el cerebro son un verdadero reto para el neurocirujano, no sólo por la dificultad de su manejo sino por la elevada mortalidad.

Además, las secuelas generan procesos muy largos de rehabilitación, así como indemnizaciones costosas.

Las lesiones que causan las balas en el cerebro generan tres tipos de presiones en este órgano:

La yuxtapuesta: es una onda que rodea la bala al frente y a los lados por donde pasa.

Presión longitudinal: es la que se ejerce en forma esférica y se expande también en forma esférica, por el impacto del proyectil. Eso depende la velocidad de la bala.

Presión por energía cinética: es toda la energía que se expande en forma radial, como si de la punta de la bala salieran rayos en todos los sentidos. Forma una cavidad.

A su vez, estas presiones causan tres tipos de lesiones:

Laceración y ruptura de tejidos: además de la rotura del cráneo, en el tejido cerebral puede haber desde contusiones y hemorragias de menor intensidad, que es el caso de las balas o esquirlas de baja velocidad o las lesiones tangenciales, que por el ángulo de impacto no entran.

Cavitaciones temporales: Cuando el cerebro es impactado se producen cavidades alrededor de la bala que, dependiendo de la velocidad, pueden llegar a ser 30 veces el tamaño del proyectil.

Además de que daña y produce hemorragias, succiona hacia adentro pelo, piel o elementos del ambiente. El tejido vuelve a su sitio con todo adentro.

Cavitaciones permanentes: el tejido vuelve a su sitio, pero no en su totalidad. A lo largo del trayecto de la bala queda una cavidad que de inmediato produce cambios drásticos en la dinámica
cerebral.

Esto causa ruptura de vasos y otros daños que llevan al edema cerebral (el cerebro se inflama, aumentando la presión dentro del cráneo).

Eso produce lesiones secundarias por isquemia cerebral. Es decir, que partes del cerebro se quedan sin sangre, lo que aumenta más la presión dentro del cráneo, produciendo la liberación de radicales libres, una acidosis dentro del cerebro y cierre de los vasos sanguíneos.

Los síntomas dependen de la gravedad inicial. Estos pueden ir desde la pérdida del conocimiento hasta el coma y la muerte.

CARLOS F. FERNÁNDEZ*
Asesor médico de EL TIEMPO

* Médico Neurofisiólogo y Rehabilitador

JORGE ENRIQUE LUQUE,
Neurocirujano, U. Militar Nueva Granada.
Revista Med.