Bogotá sedentaria
En
estos días, la Alcaldía Mayor de la capital anunció la adopción de una política
pública para la recreación, el deporte y la actividad física durante los
próximos diez años. Tales áreas han estado íntimamente ligadas a la
transformación urbana reciente de la ciudad en materia de ciclorrutas,
uso masivo de la ciclovía, construcción de parques y
de centros de entrenamiento para deportistas de alto rendimiento.
Bogotá
ha sido huésped de importantes eventos deportivos y lanzó este año una
infructuosa candidatura para ser sede de los Juegos Panamericanos. Sin embargo,
los índices de actividad física entre los capitalinos del común se han venido
deteriorando últimamente. Mientras en el 2002 fue reconocida como una de las
ciudades más saludables y activas por la Organización Panamericana de la Salud,
con un 50 por ciento de sus habitantes físicamente activos, las encuestas más
recientes del Distrito revelan que el 61 por ciento de los bogotanos es
sedentario. Y, lo que es peor, en el 27 por ciento de los casos la razón
principal de la inactividad física es la pereza.
Estos
guarismos contrastan con una oferta recreativa de unos 500 kilómetros de ciclovías y ciclorrutas y más de
5.000 escenarios en la red distrital de parques,
entre otros programas. No sobra destacar los efectos positivos que generan el
deporte y la recreación en el estado de salud física y mental de una población
urbana. A estos beneficios se añaden avances en la convivencia y la tolerancia,
así como la integración barrial y el aprovechamiento del tiempo libre entre los
jóvenes y niños. Asimismo, el uso de alternativas no motoras de movilización,
como la bicicleta, reduce la contaminación ambiental.
La
administración capitalina ha bajado un poco la guardia en la expansión de la
red de ciclorrutas, en la construcción de nuevos
parques y en la promoción efectiva de la cicla como transporte alternativo.
Además, detrás de las cifras globales se esconden grandes desequilibrios en
cuanto a la distribución geográfica de los equipamientos recreativos y
deportivos: alta concentración de oferta en unas localidades y muy pocas
opciones en otras.
Para rematar, la inseguridad callejera espanta a los deportistas de los
parques, y las motos empiezan a sustituir a las bicicletas. La nueva política
de actividad física del Distrito constituye una oportunidad para abordar estas
problemáticas, mejorar la equidad en el acceso a la oferta recreativa local y
retomar lo ganado en ciclovías, ciclorrutas
y parques.
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