Aunque en Bogotá no hay un solo caso confirmado del nuevo virus de la gripa
que asusta al mundo, y en el espacio público no se ve gente uniformada con
tapabocas –al estilo de México–, muchos capitalinos ya compraron esas
mascarillas, “por si acaso”.
Los que las usan en oficinas y centros de estudio son objeto de burlas.
“Desde el domingo pasado las uso y en la universidad mis compañeros de clase
me la montan”, cuenta Carolina, estudiante de derecho.
Estos implementos que se usan anudados a la nuca se venden en las droguerías
del sur por unidad y su precio no supera los 500 pesos; en cambio, en sectores
del norte como El Nogal y el Country lo despachan en paquetes de 12 a 3.400
pesos cada uno. Sin embargo, la clientela del norte no solo se protege con
tapabocas. En las droguerías del Centro Andino se ha disparado la venta de
lociones antibacteriales y de vitamina C.
¡Qué gripa tan cerda! Los comerciantes de carne de cerdo se han convertido,
por estos días, en verdaderos profesores para tratar de explicarles a sus
clientes que consumir una generosa porción de cerdo no significa llevar al
enemigo a la mesa.
“Tranquilo, don Carlos, que la gripa porcina no se transmite así. Yo le doy
mi palabra”, asegura confiada de hacer la venta, Liliana, empleada de Cerdinand, que hace parte del Frigorífico San Martín, en el
occidente de Bogotá.
En este lugar, que reúne al menos 30 expendios de carne, cerdo, pollo y
pescado, y en vista de que las ventas de porcino han disminuido en un 10 por
ciento, sus directivas decidieron adelantar una campaña informativa para
indicarles a los visitantes que no existen riesgos.
Por otro lado, Fanny, una de las empresarias de la
lechona más conocidas de la ciudad, dice que su ‘negocito’ no se ha visto
afectado: “Entiendan: eso es en México. Las ventas están bajitas, pero es
porque la gente está ahorrando para el San Pedro”.
Los restaurantes mexicanos no reportan ninguna baja sensible en sus ventas.
De hecho, en uno de los más tradicionales, El Museo del Tequila, su
administrador reportó que la afluencia de clientes no ha disminuido por el
virus.
500 pesos es el costo promedio de un tapabocas en las farmacias del sur. En
las droguerías grandes solo venden el paquete de 12, a 3.400 pesos.
ALGUNAS EPIDEMIAS VIVIDAS EN LA CIUDAD La peste de ‘Santos Gil’: Llamada así
en honor de un español que nunca la tuvo y por lo cual se hizo acreedor a los
bienes de las personas que la padecieron. La historia dice que esta peste mató
en Bogotá, entre 1630 y 1633, a 85 clérigos y religiosos, a un alcalde y a
Bernardino de Almansa, arzobispo de la época. Años después los científicos
concluyeron que se trató de una epidemia de tifo.
La gripa española de 1918: Lo más alarmante de esta enfermedad era que los
bogotanos de la época contagiados con el virus caían en las calles y morían ahí
mismo. Esta situación provocó que las personas de dinero de la capital se
fueran durante largas temporadas a sus casas de campo