Bogotá insegura

El deterioro de la sensación de seguridad entre los capitalinos confirma la necesidad de una reorientación de la política del Distrito.

La semana pasada, la violencia fue protagonista en la capital del país. Hace ocho días, una balacera entre una banda de delincuentes y la Policía aterrorizó por horas a un barrio en Ciudad Bolívar y dejó varios heridos y capturados.

En dos días, a mitad de semana, ocho personas fueron asesinadas en distintos puntos de la ciudad: un comerciante, acribillado por sicarios en Mazurén; dos jóvenes en Villa Gladys; un estudiante, muerto por resistir el robo de su computador en las inmediaciones de la Universidad Nacional; un taxista en Bosa; un ladrón abaleado en Kennedy y dos cadáveres encontrados en un automóvil, en Rafael Uribe.

Esta escalada de inseguridad capitalina se ve reflejada en los resultados de la Encuesta de Percepción y Victimización que la Cámara de Comercio de Bogotá reveló el viernes pasado. Seis de cada diez habitantes sienten que la ciudad es insegura. Es el peor indicador desde diciembre del 2000. Ha subido 20 puntos en lo corrido de la administración de Samuel Moreno.

Este sentimiento ciudadano coincide casi exactamente con los datos de la encuesta del programa 'Bogotá, cómo vamos': 18 puntos subió la sensación de inseguridad en el último año.

Ambas mediciones, asimismo, identifican el atraco callejero como una de las preocupaciones más sentidas. En la encuesta de la Cámara de Comercio, los bogotanos consideran que la inseguridad ha aumentado principalmente en las calles y en el trasporte público.

En los barrios también ha crecido la percepción de inseguridad debido a la venta de drogas y al accionar de bandas delincuenciales. Además, el indicador de victimización aumentó en cinco puntos con respecto al 2008. Por diferentes vías, los capitalinos están enviando un claro mensaje al gobierno local para que regrese la tranquilidad al espacio público y para que la política de seguridad ciudadana reciba la prioridad que merece dentro de la agenda del alcalde Moreno.

El deterioro de los indicadores de seguridad en el último año y medio es innegable. En el 2008, la tasa de homicidios aumentó de 18,8 por cada cien mil habitantes a 19,2 y no sería extraño que en este año se superen los 1.500 homicidios en la ciudad. En materia de hurtos a personas, aunque hay problemas técnicos para la comparación, la tendencia muestra signos de ir al alza. A esto se suma una caída de seis puntos en el índice de denuncia de los delitos -el más bajo en nueve años-, que reflejaría una falta de confianza de los ciudadanos en la respuesta institucional.

La seguridad ha sido uno de los pilares de la transformación urbana de Bogotá de los últimos 15 años. Las anteriores administraciones distritales construyeron un aparato gubernamental, un conocimiento técnico y una coordinación interinstitucional de los recursos escasos que el actual gobierno local está obligado a fortalecer. Sin embargo, no hay claridad sobre el norte de la política de seguridad de la ciudad.

Después de la selección de las 31 zonas críticas de la capital, ¿quién responde por el aumento de los indicadores locales? Si el incremento de la violencia, como lo afirman las autoridades policiales, se debe al narcotráfico, ¿cuáles son las estrategias de inteligencia para desmantelar estas bandas organizadas? Bogotá está destinando más de 400.000 millones de pesos en seguridad, ¿cómo se está evaluando la eficiencia de estas inversiones? ¿Este evidente deterioro no amerita cambios en el equipo de seguridad ciudadana del Distrito o es que todo marcha sobre ruedas?

Que los bogotanos vinculen en sus respuestas a la crisis económica con la inseguridad no justifica que la posición oficial del Distrito sea esperar a que la economía mejore, para que los delitos disminuyan. Mientras la Secretaría de Gobierno espera a que esa controvertida y desvirtuada tesis se cumpla, Bogotá está en camino de perder lo ganado en los últimos años. 

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