Aprenda cómo explicarles a sus hijos las catástrofes

Imágenes del terremoto y 'tsunami' de Japón podría causar estrés postraumático a menores.

¿Las olas de Japón van a llegar hasta Colombia?, ¿qué es una emergencia nuclear?, ¿cuándo será el terremoto acá?, ¿por qué el mar desbarató todo? Esas fueron algunas de las preguntas que Santiago hizo a su mamá tan pronto vio por televisión las escalofriantes imágenes del peor desastre de los últimos tiempos captado y transmitido en vivo y en directo. (Vea más noticias sobre la crianza de los hijos)


Según el siquiatra especializado en niños y adolescentes Christian Muñoz Farías, estas situaciones que impactan al ser humano, en especial a los niños, generan síntomas sobre su desempeño funcional. Es decir, presentan manifestaciones como ansiedad, agresividad, miedo, alteraciones del sueño, cambios del estado de ánimo y pueden llegar a convertirse en un trastorno por estrés postraumático.

"Aunque el menor no esté involucrado en la situación y vea las imágenes por televisión, puede desarrollar los síntomas por proximidad", afirma el especialista.

La primera señal que puede presentar un menor es la dificultad para dormir. Seguido de pesadillas o reexperimentación de la tragedia al escuchar ruidos, sentir movimientos fuertes o gritos que no tienen que ver con el terremoto, pero que el niño relacionará de inmediato con las noticias que ha visto por televisión.

Además, puede presentar cambios en el estado de ánimo, dificultad para concentrarse en el colegio, pérdida de apetito, miedo a la oscuridad y, también, pérdida de destrezas que ya había adquirido, como ir al baño por sí solos.

Adultos responsables

Es obligación y responsabilidad de los padres estar pendientes de la salud mental de sus hijos. Cuando hay un cambio en su forma de ser o actuar, los mayores deben preguntarle al menor qué está sucediendo.

Recuerde que los niños tienen la capacidad de exteriorizar sus miedos y sentimientos. "Los padres deben estar al tanto de la salud emocional de sus hijos. Si manifiesta preocupación por los acontecimientos, lo ideal es mostrarle un mapa y explicarle dónde fue la tragedia, para que él se sientan a salvo", aclara Muñoz Farías.

De la misma forma, es preferible que los niños no vean noticieros, pues esas imágenes pueden repercutir de manera aguda o crónica, según el impacto que causen las noticias. No obstante, es importante aclarar que a algunos niños no les sucede nada, mientras que otros resuelven sus inquietudes en dos semanas, es decir, recuperan sus hábitos normales con facilidad.

Esto depende del grado de educación que tenga el niño y de cómo los padres los protegen de esas situaciones que se viven en el mundo, en especial las que han pasado en Japón, Libia, Egipto o las de un robo en un banco, un atraco en la casa o hasta los comentarios acerca de la violencia nacional e internacional.

Por lo tanto, si pasadas dos semanas el niño o adolescente continúa con los síntomas, lo mejor es llevarlo a una valoración con un especialista en salud mental (sicólogo o siquiatra), el cual se encargará de hacer un análisis prudente de lo que le sucede al menor.

Entre tanto, los adolescentes podrían estar expuestos a un mayor estrés al revivir esos momentos con recuerdos. Algunos de ellos no presentan síntomas de manera inmediata, pero podría tenerlos de manera pasiva y tardía. Esto es también considerado trastorno de estrés postraumático, el cual tiene un tiempo determinado para su solución y tratamiento.

"Tres meses se necesitan para que una persona que vivió conflictos emocionales reciba la intervención adecuada de los especialistas y para que sane. A veces no se requiere, de acuerdo con las capacidades que tenga el niño y también de acuerdo con los síntomas, porque, no es lo mismo cuando el menor es testigo directo, a cuando ve los sucesos por televisión", reconoce el siquiatra.

Una de las ventajas que tuvo Japón, es que tiene a todas las personas capacitadas para recibir ese tipo de catástrofes. Todos los niños y los adultos están entrenados para la evacuación y para afrontar los sismos que ocurren con regularidad. (Vea más noticias sobre el terremoto  y el tsunami en Japón)

Esa es una gran ventaja, de lo contrario habría sido peor la tragedia. Además, resulta ser un beneficio a nivel emocional, ya que están protegidos contra el miedo, porque saben cómo actuar.

"El aprendizaje social es clave. Caminar en vez de correr y no gritar, en caso de emergencia, hace que la reacción del grupo sea la más adecuada. Cuando estamos con niños y gritamos al escuchar un trueno, ellos relacionarán, siempre, el trueno con el miedo y, por consiguiente, también actuarán de la misma forma que lo hacen los adultos".

Un bello ejemplo cinematográfico del manejo que da un adulto a una situación trágica fue el logrado por el director y actor Roberto Benigni en la cinta ganadora de más de 50 premios internacionales
La vida es bella, una película que muestra cómo un padre de familia hace que el campo de concentración adonde es llevado con su hijo sea para el menor toda una aventura, en contraposición al terrible momento que el resto de personas deben pasar.

Es importante, entonces, que en casos como el de Japón u otras grandes tragedias nacionales y mundiales, los padres respondan con claridad a las preguntas de sus hijos y no inculquen el terror.

Camilo Jácome, presidente de la Sociedad Colombiana de Sicoanálisis, afirma que generarle más miedo al menor ayudará solamente a que el niño adquiera una fobia, a consecuencia de ese estímulo, por lo que el cerebro del niño asociará siempre un objeto de la escena de miedo con dolor y muerte.

"Lo importante es que los padres comprendan que deben cambiar la reacción frente a algunos hechos. Si ven a sus hijos ansiosos o nerviosos, es preferible que pidan ayuda, para que cambien la
manera de afrontar todas las situaciones".

En última instancia, el menor será medicado por un especialista.

Otros consejos para tener en cuenta

Los padres deben evitar que sus hijos vean imágenes fuertes que inciten a la violencia o que generen trastornos en su personalidad.

La percepción de la realidad cambia de acuerdo con la edad del menor; por eso, los adultos deben ser claros en sus explicaciones, pero no profundizar en los temas que seguramente un niño no va a entender, como, por ejemplo, qué es lo que pasa con las plantas de energía nuclear.

Los padres deben hablar con sus hijos, pues muchas veces los menores escuchan las versiones de otros niños y trastocan la realidad.

Vale la pena, mediante casos hipotéticos, explorar cómo reaccionaría el niño en una situación de trauma o emergencia. Ej: "Imaginemos que hay un terremoto..."

Olga Morales Burgos
Directora ABC del bebé