Su hija tiene 13 años. Vive en una ciudad de un país donde hay una fuerte
tasa de embarazos juveniles. Un día, al volver del colegio, la niña le cuenta
que los servicios de salud pública le insertaron bajo la piel, durante el
descanso de media mañana, un implante anticonceptivo.
Eso está sucediendo en algunos colegios británicos y con el apoyo del
Gobierno.
Se están suministrando, a niñas de 13, 14, 15 o 16 años implantes que
impiden, al segregar una hormona, que las jóvenes queden embarazadas en los
siguientes tres años. La medida está generando una fuerte polémica ya que todo
se hace sin el consentimiento expreso de sus padres.
Según el diario The Daily
Telegraph, más de 900 menores entre 13 y 16 años
habrían recibido esos implantes en los últimos dos años. Otras 7.400 niñas de
menos de 15 años habrían recibido el tratamiento en centros de planificación
familiar, en muchos casos sin que sus padres lo supieran.
La ley dice que si la paciente demuestra tener la madurez suficiente, los
servicios médicos no deben pedir el beneplácito de sus padres y ni siquiera
pueden informarles si la niña no les da permiso expreso para hacerlo.
Algunos críticos dicen que el sexo con menores de 16 años es ilegal y que
esos implantes lo fomentan, porque hacen que las niñas pierdan el miedo a
quedar embarazadas.
Anthony Seldon, director del colegio Wellington de
Berkshire ha rechazado la medida diciendo que
"devalúa el sexo y lo convierte en algo ordinario y de todos los días como
ir a comer a McDonald's".
Pero para las autoridades clínicas el programa es un éxito porque está
logrando bajar la tasa de embarazos entre las adolescentes (32,8 por cada 1.000
niñas), que dobla a las de Francia y Alemania y es cinco veces mayor que la
holandesa.
En jóvenes menores de 18 años de Inglaterra y Gales, cayó 9,5 por ciento y
pasó de 38.259 embarazos en 2009 a 34.633 en 2010. En algunas regiones, como la
ciudad de Bristol, la tasa de embarazos juveniles se redujo a niveles de 1969 y
sigue bajando.
El ministro de Salud, Dan Poulter, apoya la
medida, pero dijo que "los profesionales sanitarios deben siempre animar a
la joven a hablar con sus padres sobre su salud sexual".
Y aunque los sectores más conservadores se opongan, todo el programa es
legal. En el Reino Unido, los métodos anticonceptivos se consideran un
tratamiento sanitario más y la ley dice que los ciudadanos, desde que tienen
uso de razón, que para estos casos se estableció legalmente a los 13 años,
tienen derecho a decidir si aceptan o no un tratamiento.
Idafe Martín Pérez
Para EL TIEMPO
Bruselas