¿Por qué enamorarse causa euforia y el abandono ira o tristeza?

Gracias a modernas herramientas, científicos logran entender cada vez mejor los efectos del amor.

La ciencia del amor aún está en pañales, pero los científicos ya pueden darse el lujo de decir que están logrando aclarar algunas ideas sobre su naturaleza, origen y bases neuronales, gracias, entre otras razones, a que cuentan con herramientas que les permiten ver dentro del cerebro.

Si no fuera por eso, sería imposible observar patrones de actividad y los sitios en los que se producen, así como cambios bioquímicos generados a partir del amor.

Es claro, por ejemplo, que el cerebro de una persona que experimenta un intenso amor romántico, tiene similitudes en su comportamiento al de las personas con trastornos obsesivo-compulsivos. También, que activa el sistema de recompensa, pero apaga el 'interruptor' del juicio crítico relacionado con las emociones negativas, lo cual explicaría aquel dicho de que "el amor es ciego".

Los hallazgos de la ciencia sobre la complejidad de las relaciones han permitido establecer, de hecho, que es imposible predecir cuál de ellas será exitosa.

Pero hay estudios que sugieren que los divorcios están parcialmente predeterminados por la genética, tanto que ya existen formas matemáticas para predecir sus probabilidades.
 
Estos y otros hallazgos fueron compilados por los investigadores John Pickrell, Lucy Middleton y Alun Anderson en la revista 'New Scientist'. Los siguientes son cuatro campos en los que se registran avances.

Amor, qué adicción

Cada vez que una persona se enamora, según señalan varios estudios científicos, los niveles de serotonina caen en picada y los centros de recompensa del cerebro se inundan de dopamina; ambas sustancias, que son moduladoras de las emociones, actúan como drogas adictivas.

En otras palabras: la persona que amamos nos produce una sensación de placer que nuestro cerebro busca mantener.

Por otro lado, se sabe que la lujuria está promovida por hormonas sexuales como la testosterona, que está ayudada, a su vez, por las hormonas del estrés, como el cortisol y otras parecidas a las anfetaminas, que hacen que las emociones se aumenten.

Se ha descubierto también que otras hormonas, como la oxitocina y la vasopresina, ayudan a consolidar las relaciones de afecto a largo plazo.

Algunas investigaciones han establecido, por ejemplo, que las personas que han estado juntas por muchos años tienen una mayor actividad de estas sustancias a nivel cerebral.

Se sabe, también, que la oxitocina se eleva en la sangre como respuesta a las relaciones sexuales, a las caricias y a los besos mutuos; tanto, que es fundamental para generar confianza y superar el miedo social.

La química sexual

Los factores de atracción movilizan sustancias que actúan sobre algunas partes del cerebro, que determinan la selección de un compañero. La ciencia ha establecido que las características simétricas, el buen estado de la piel, un desarrollo saludable y unos buenos genes promueven la atracción, que se diferencia entre los sexos.

Por ejemplo, a las mujeres los hombres altos, con caras masculinas que demuestren bondad y que tengan un buen estatus social, movilizan dopaminas y serotoninas sobre las áreas de recompensa femeninas.

Por otra parte, las mujeres jóvenes y fértiles, no muy altas y con proyecciones estrogénicas y formas femeninas, logran que la mayoría de los cerebros masculinos reaccionen positivamente.

El olfato ocupa un lugar especial en el campo de la química sexual. Es claro que muchas personas son atraídas por el olor de aquellos que proyectan la presencia de un gen de histocompatibilidad.

Esto quiere decir que algunas personas secretan aromas que demuestran en ellos que son relativamente sanos, lo que atrae a quien está al frente (este principio ha sido explotado por la industria de los perfumes).

Vale decir que estos olores son modificados en mujeres que toman píldoras anticonceptivas, lo que a su vez les inhibe la capacidad para elegir a un compañero apropiado.

Evolución del amor

Los distintos tipos de amor tienen, de acuerdo con los científicos, un principio evolutivo común. Se trata del amor maternal, que se manifiesta en todos los animales que ayudan a sus hijos a sobrevivir, para garantizar que sus genes pasen a la siguiente generación.

La oxitocina juega un papel importante en el desarrollo del vínculo entre madre e hijo, y la prolactina, que es una hormona que se produce en hombres y mujeres, los ayuda a ambos a prepararse para asumir el rol de padres.

La vasopresina también es importante para mantener a las parejas juntas, y es la modulación de estas sustancias la que permite, a través de las relaciones sociales, dar paso al amor romántico, al filial e incluso al amor entre parejas del mismo sexo, que neurofuncionalmente no tiene ninguna diferencia con los otros.

No todo es color de rosa

La euforia, la alegría y el júbilo promovidos por el amor, van de la mano con los celos, la ira, el rechazo y el odio.

De acuerdo con los biólogos, el enamorarse pudo ser fruto de la evolución, pues las personas que concentran su atención en una sola pareja, ahorran tiempo y energía y, por lo tanto, mejoran sus posibilidades de sobrevivir y reproducirse.

Pero ese enamoramiento también expone a las personas a sufrir profundamente cuando el vínculo con el ser amado se pierde.

Según los investigadores, ese dolor emocional ocurre cuando los centros de recompensa del cerebro, asociados con la dopamina, dejan de ser nutridos a partir del estímulo primario, que no es otro que el efecto que nos produce el ser amado.

El problema es que cuando la dopamina cae a su más bajo nivel, la necesidad se hace mayor y la persona desencantada siente que necesita más a la persona que se fue. Al no obtener recompensa, el organismo experimenta privación, manifestada por ansiedad y proyecciones similares a las que ocurren en los mamíferos jóvenes cuando son abandonados por sus madres.

Es aquí en donde el amor da vuelta hacia la ira y el odio, porque las regiones asociadas con la recompensa están vinculadas, de manera directa, con los centros de la rabia.

A partir de ahí los amantes despechados se resignan a su suerte y entran en periodos de depresión y desesperación. Estas emociones negativas pueden disparar patrones obsesivos y violentos contra el ser que 'se ama'.

CARLOS F. FERNÁNDEZ
ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO
En Twitter: @SaludET