Alcoholexia, Una Moda Peligrosa

Puede dejar de comer lo que le pidan, en los últimos meses ha sido capaz de llevar una dieta muy estricta, pero con el alcohol no transa. “No puedo dejar de tomar”, dice Daniela García, estudiante de veterinaria de 23 años.

Antes de diciembre decidió hacer una dieta para llegar flaca-flaca al fin de año. Y esa dieta tenía sólo una excepción: no dejar sus traguitos de los fines de semana, cuatro o cinco si el festín es bueno.

“Cuando voy a tomar, me salto el almuerzo y me como una ensalada de lechuga y algún yogur con una fruta durante la tarde. Tengo harta resistencia: sin comer puedo tomarme más de cuatro tragos sin fundirme. Eso lo descubrí cuando empecé a hacer la dieta, y lo aprovecho”, confiesa.

Daniela no cree tener problemas con el alcohol. Dice que sabe cuánto dejar de comer para amortizar las más de 200 calorías que aporta un coctel.

El mismo razonamiento que hace cualquier mujer que almuerza algo liviano para después comer un buen postre sin culpas. La diferencia es que aquí hablamos de alcohol. Y en grandes cantidades.

Esta moda ya tiene un nombre. En inglés se llama drunkorexia (mezcla de las palabras drunk, ebrio/a, y anorexia–, término popularizado por The New York Times en un reportaje que dejó en evidencia cómo un tercio de las mujeres en E. U., especialmente universitarias, incurría en esta conducta para mantenerse en el peso sin dejar de consumir alcohol.

El término ya se está popularizando entre los especialistas en trastornos alimentarios y también en adicciones en nuestro país. Y aunque en Colombia no se manejan cifras, la alcoholexia preocupa en la medida en que el uso y abuso de alcohol en adolescentes y adultos jóvenes es una conducta en alza.

Augusto Pérez, director de la Corporación Nuevos Rumbos, estima, con base en porcentajes internacionales, que 80 por ciento de los colombianos mayores de 12 años han consumido licor. “El 40 por ciento lo hace de manera habitual”, sostiene Pérez La psiquiatra chilena Lilian Urrutia, especialista en trastornos alimentarios, explica que la alcoholexia se desarrolla en personas –principalmente mujeres, las más propensas a tener conflictos con el peso– con trastornos alimentarios inespecíficos no tan severos como la anorexia, pero que comparten el punto de querer restringir la comida con el fin de no engordar: “Son niñas o mujeres con períodos de restricción, en que dejan de comer, y que pasan por períodos de atracones. La preocupación por el peso ocupa una buena parte de su energía, acarreándoles una mala calidad de vida en el día a día, un impacto sobre su autoestima y su vida social muy alto”.

También las define la periodicidad. “Cuando esta conducta se repite con cierta frecuencia (dos o tres veces en la semana), y cuando se mantiene en el tiempo, más allá de 30 días, sacrificando además la parte nutricional, estamos ante un problema”, dice la nutricionista Mónica Manrique.

Relación compleja ¿Por qué eligen el alcohol y no los chocolates u otro alimento? Una de las razones es la social: el licor se ha hecho indispensable para pasarlo bien entre las jóvenes, que hoy toman a la par que los hombres y cada vez a más temprana edad, observa Urrutia. O entre las mujeres más grandes, por lo general solteras y que bordean los 30, que encuentran en los happy hours una forma efectiva y entretenida de socializar.

Manrique observa que existe una relación entre las mujeres que tienen conductas restrictivas con la comida y las que caen en el alcohol: “Se ha visto en ellas que los niveles de dopamina y de serotonina están deficientes, lo que les produce una sensación de malestar y desagrado. Eso tiende a compensarse al elevarse los niveles con el alcohol”.

EFECTOS EN EL CUERPO El problema de la alcoholexia es que las jóvenes pueden desarrollar una doble patología: un trastorno alimentario más una adicción.

Si el alcohol se consume sin alimentación de por medio, pasa más rápido a la sangre y, por lo tanto, sus efectos son más rápidos: ebriedad y malestar general.

Como el cuerpo va generando tolerancia, cada vez tienen que consumir más licor para alcanzar los mismos efectos. Así, el organismo se deteriora por doble vía: alcoholismo y desnutrición.

Los efectos se manifiestan en todos los órganos y su recuperación no es sencilla. Incluso, reanudar una dieta es un problema: el cuerpo carece de elementos básicos que, al suplirse de nuevo, empeoran todo.

33 por ciento de las mujeres estadounidenses, especialmente universitarias, incurren en la práctica de la alcoholexia, según un reportaje de The New York Times, que puso en evidencia este problema