El alcohol un detonante de las
muertes en Cali
No sólo las
balas matan en Cali. ¿Cuántas vidas ahogan las botellas? Informe sobrio sobre
cifras que dan resaca.
Por:
Elpais.com.co I Redacción Domingo, Mayo 8, 2011
230 mil
personas, según cálculos extraoficiales, tendrían graves problemas con la
bebida en Cali. 450 miembros, tiene Alcohólicos Anónimos en la ciudad, donde
hay 33 grupos de AA. 13 por ciento de esos jóvenes, consultados por la
Corporación Nuevos Rumbos, aceptó consumir todos los meses.90 por ciento de
1.123 estudiantes caleños encuestados aceptó haber consumido alcohol alguna
vez.
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"En Cali
se controla el consumo de licor con la Ley Zanahoria y con el cierre de los
estancos. Sabemos que esa es parte de la solución al problema de la violencia,
pero no podemos poner un policía en cada casa". Jorge Iván Ospina Alcalde
de Cali
Archivo/ Pais
892
personas: el cupo completo de 2 discotecas, 5 buses del MÍO, 29 salones
universitarios, la iglesia del bario El Templete, el Teatro Municipal.
892
personas: padres de familia, madres, abuelos, estudiantes, deportistas, genios
en formación, quién sabe. 892: ese es el número de vidas que habrían podido salvarse en Cali, si
entre el 2004 y el 2008 las medidas de control al consumo y venta de alcohol se
hubieran aplicado con mayor rigurosidad. Los muertos, contrario a lo supuesto,
no son el resultado de accidentes de tránsito; los muertos, los 892, son
víctimas de hechos violentos en los que el licor fue uno de los detonantes.
El dato está
consignado en el International Journal of Epidemiology, una de las publicaciones más serias del mundo
que incluyó en una de sus ediciones recientes un estudio del Instituto de
Investigación y Desarrollo en Prevención de la Violencia en Cali, Cisalva, de donde se desprende el análisis.
El estudio
se hizo teniendo en cuenta registros del Observatorio Social del Municipio. A
partir de éstos, fueron realizadas mediciones específicas sobre los períodos y
las horas exactas en los que se aplicó la llamada Ley Zanahoria durante esos
cuatro años.
María Isabel
Gutiérrez, directora de Cisalva, explica la razón por
la cual se direccionó el estudio hacia los homicidios: “Siempre se había
evidenciado que el problema estaba más relacionado con las muertes de tránsito.
Sin embargo el seguimiento a la medida mostró que, en un alto grado, la
ingesta excesiva de alcohol estaba relacionada con la resolución violenta de
conflictos. Bajo esta premisa se hizo el análisis, evidenciando la efectividad
de la Ley Zanahoria”.
La principal
conclusión: con horarios más prolongados de consumo y venta de licor,
irremediablemente, se incrementaron las muertes violentas en Cali.
5.227 homicidas en potencia
Seguramente
habrá quienes digan que el cálculo es sólo eso, un cálculo. Y que para que se
hayan dado más muertes cuando hubo menor restricción al consumo, jugaron otros
factores; puede ser. Pero la incidencia que el alcohol tiene en los hechos
violentos que año tras año se contabilizan en la ciudad no es una novedad. No
realmente.
El médico
Jorge Quiñónez, toxicólogo de la Secretaría de Salud,
habla de un registro histórico: desde hace al menos veinte años la mitad de
los muertos que ingresan a Medicina Legal tienen alguna relación con la ingesta
de alcohol; ya sea la víctima o el victimario, explica, tuvieron algún
contacto con el licor antes de la tragedia.
“Emborracharse
hace parte de la intimidad de cada quien. El problema es la ausencia de Estado
en la vida de las personas, el problema es la impunidad. Embriagarse en este
país es exponerse frente a frente con la muerte”.
El
toxicólogo cree además que en el último tiempo se ha disparado el matrimonio
entre alcohol y drogas. Sólo durante el último mes, precisa, cinco casos de
ese tipo fueron atendidos: pacientes intoxicados por una mezcla de trago y
cocaína de tales proporciones, que los afectados tendrán daños irreversibles en
el corazón. En lo corrido del año van diez emergencias.
Quiñónez sospecha que en esta ciudad también hay gente que
cada tanto muere, literalmente, de la borrachera, “Pero eso casi nunca se
registra oficialmente. Nadie va aceptar que su familar,
su ser querido, murió así”.
De lo que sí
hay registro es de las muertes violentas que en el 2011 han estado relacionadas
con el licor: de acuerdo con la Policía Judicial, Sijin,
entre los 631 homicidios que se cuentan, 21 personas fallecieron en estado de
embriaguez. Todas, entre las tres de la tarde y las doce de la noche; todas,
entre viernes y domingo; todas, víctimas entre los 20 y 40 años de edad.
La
ocurrencia de estas muertes, en esos días, a esas horas, no es una novedad. No
realmente. Pese a los esfuerzos de las autoridades, que invierten millones en
campañas para hacer prevención en eventos masivos y fechas especiales, los
supuestos días de celebración continúan marcados por las mismas tristezas
reiteradas: el Día de la Madre, por ejemplo, que supone un tributo a los seres
que dan la vida, sigue siendo en Cali una fecha mortal. El año pasado, en
comparación con el 2009, hubo un incremento del 140% en las muertes violentas
¿Qué refleja una ciudad que no puede celebrar sus fiestas en sobriedad?
En esta
supuesta capital de la alegría, los excesos del licor empiezan viajando por sus
calles. Hace dos años, en las pruebas realizadas entre las víctimas de
accidentes de tránsito, se halló que la mitad estaba bajo los efectos del
alcohol. En los últimos tres años la Secretaría de Tránsito suspendió 5.227
licencias a conductores alicorados. Este año van 289 resoluciones por
embriaguez.
Eliana
Salamanca, secretaria de Gobierno de Cali, sabe el tamaño de la problemática. Y
habla de esfuerzos mayúsculos emprendidos por la Administración. Sin embargo, habla
también de una particularidad de esta ciudad y de su devoción por la rumba sin
fronteras: “Por más restricciones que pongamos, hay cosas que no cambiarían
porque a pocos metros está Menga y Juanchito.
Allí, no tenemos jurisdicción”.