Editorial: Alarmas en educación

Por: EDITORIAL | 6:54 p.m| 22 de Enero del 2013

La baja comprensión de lectura en los estudiantes de cuarto y sexto grado y los exámenes de admisión para niños de 3 años de edad, son dos temas preocupantes relacionados con la educación que están por estos días sobre el tapete.

Dos asuntos relacionados con la educación están por estos días sobre el tapete. Por un lado, se conocieron los resultados del estudio de competencia lectora Pirls, que en el 2011 evaluó la comprensión de lectura de estudiantes de los grados cuarto y sexto de 49 naciones. En un hecho que inquieta, el país apareció ubicado por debajo de la media.

Un desempeño deficiente que, además, puso a Colombia en el grupo de las diez naciones con menor puntaje. Frente a esta realidad, la directora del Icfes, Margarita Peña, prefirió resaltar "la mejora sostenida" que en la materia se ha registrado respecto a ediciones previas de la misma prueba. Sin demeritar dicho avance, el asunto merece toda la atención. Es claro que se trata de una habilidad neurálgica en cualquier proceso pedagógico, y que en ella existan deficiencias es algo que necesariamente se traducirá en un obstáculo para que el país avance. El Plan Nacional de Lectura y Escritura, que ha generado muy buenas expectativas, deberá tener muy en cuenta esta información y, de ser necesario, reformular sus líneas de acción.

En el otro frente está el tema de los exámenes de admisión para niños de 3 años de edad. El asunto surgió a raíz de lo planteado por la columnista Yolanda Reyes el lunes en este diario.

Reyes denuncia que instituciones privadas han disfrazado tales pruebas, prohibidas por la ley, bajo el eufemismo de "mañanas recreativas". Durante dichas jornadas se evalúa a los infantes sin que sus padres estén al tanto de lo que realmente ocurre, para luego emitir dictámenes que en muchos casos causan conmoción e incluso traumas a los menores, pero también a los progenitores. Es un baldado de agua fría que cae sobre los padres, y que se hace más severo en la medida en que no hay claridad sobre un proceso que, por no estar avalado por la ley, se da en un marco confuso en el que se terminan vulnerando los derechos de los niños.

Más allá del debate pedagógico en torno a si una criatura de tan corta edad merece ser sujeto de evaluaciones de este tipo -y sin desconocer que son colegios privados, por lo que gozan de autonomía-, no se puede aceptar que se burle la ley. Aquí, como con los famosos bonos que pese a su prohibición subsisten disfrazados, sigue imperando la máxima de tiempos de la Colonia: "la ley se acata pero no se cumple".