Agua contaminada habría dejado
calvos a niños entre los 7 y 11 años en Santander
La
caída del pelo sería por hongos que contiene el agua.
Todo
sería culpa del vertimiento de los residuos sólidos (heces) en una quebrada.
Los
residuos habrían salido de dos fincas porcícolas y
habrían llegado a una quebrada que surte de agua a cuatro veredas en
Lebrija.
Rosalba Cadena, madre de una niña
de 9 años, que pierde el cabello por pedazos, fue una de las 500 personas que
el pasado 26 de abril protestaron en Lebrija contra las dos fincas que, en la
vereda la Aguada, habrían contaminado la única quebrada que surte de agua a más
de 400 familias de labriegos.
"Llevamos más de 5 años en los que las porcícolas
contaminan todos los días las quebradas (...) A mi hija un dermatólogo en
Bucaramanga le dijo que la caída de su cabello se debía a hongos que se
formaron en su cabeza y que llegaron a ella por el agua", dijo.
Martín Ortiz, líder de los afectados, dijo que más de 1.000 niños en tres
escuelas consumen y se bañan a diario con el líquido. "Brotes de
gastroenteritis, dermatitis, vómito y diarrea son constantes en la zona",
indicó Ortiz, pues a la fecha se han reportado 11 casos de menores afectados.
La
alcaldesa de Lebrija, Sonia Serrano, dijo que esa situación es evaluada desde
hace un año y que funcionarios a su cargo, con representantes de la Defensoría
del Pueblo, la Gobernación, la Procuraduría y la Policía, visitaron las fincas
y verificaron su alto grado de contaminación.
Luis
Fernando Cote Peña, secretario de Gobierno de Santander, dijo que la gente está
en el derecho de reclamar y reveló que la Corporación para la Defensa de la
Meseta de Bucaramanga (CDMB) ordenó el cierre preventivo de las porcícolas Loma Linda y Frucol.
La
sanción fue confirmada por Marco Alirio Duarte,
subdirector de Control Ambiental y Desarrollo Territorial de la CDMB, quien
contó que se adoptó la medida preventiva porque las fincas afectaban el agua.
Duarte dijo que en el laboratorio de la CDMB se halló en las muestras de la
quebrada presencia de heces y un alto grado de contaminación.
EL
TIEMPO buscó a Alirio Gómez, dueño de las fincas,
pero no fue posible contactarlo.
BUCARAMANGA