Adicción al sexo, un problema que
necesita orientación y tratamiento
El
hiperactivo sexual no puede controlar su comportamiento. Sepa si usted puede
sufrir el trastorno.
Tratar
de explicar las infidelidades a través de diagnósticos clínicos que lindan el
campo de la psiquiatría no es asunto nuevo, especialmente para las celebridades
que acuden a este recurso, curiosamente, después de que son pescadas in
fraganti.
El caso más reciente es el del golfista Tiger Woods, quien se somete a un tratamiento intensivo para
frenar su adicción al sexo, un problema que, según él y sus representantes, lo
llevó a contar, en muy poco tiempo, con más de una decena de amantes que
prácticamente acabaron con el matrimonio que tenía con la modelo Elin Nordegren.
Aunque la lista de adictos al sexo, o hipersexuados,
es larga e incluye a otros famosos, como Michael Douglas,
Robert Downey Jr. y la cantante Amy Winehouse -que hablan con mucha propiedad de sus
tratamientos-, expertos ponen todavía en duda la existencia de dicha adicción.
Rodrigo Córdoba, psiquiatra y vicepresidente de la Asociación Colombiana de
Sociedades Científicas, aclara que el Manual Estadístico de Enfermedades
Mentales (DSM-IV) no incluye la adicción al sexo como entidad autónoma,
"esto no quiere decir que la hiperactividad sexual no sea un síntoma de
otras alteraciones como las manías o los problemas de personalidad, incluso de
manifestaciones orgánicas, como los trastornos del lóbulo frontal, que ameritan
tratamientos específicos e integrales", explica.
¿Cuándo es anormal?
El término adicción al sexo se usa desde 1970, cuando el psicólogo
norteamericano Patrick Carnes desarrolló pautas para
su identificación y tratamiento que, desde entonces, son fuente de consulta
para quienes ofrecen solución.
La base del abordaje del desborde anormal de la actividad sexual, según la
psiquiatra Olga Albornoz, parte de dos preguntas: ¿Cuánto sexo es demasiado? y
¿Dónde está el límite entre lo normal para cada persona y lo patológico?
"La sexualidad es natural al ser humano, pero cuando se convierte en una
prioridad que interfiere en la vida diaria, debe ser abordada de manera específica,
y eso es diferente en cada persona, no se puede generalizar", dice.
Córdoba insiste en que la dependencia al sexo no puede describirse a través de
un solo comportamiento (como sucede con otras adicciones), pues puede
disfrazarse en una o varias de estas formas: masturbación compulsiva,
relaciones con múltiples parejas, encuentros con personas desconocidas y uso de
pornografía, prostitución o líneas eróticas. Esto exige descartar otro tipo de
trastornos, como las manías.
En este caso se habla, preferiblemente, de comportamiento sexual compulsivo,
que suele ser una válvula de escape de los problemas laborales, las relaciones
rotas, la baja autoestima o la insatisfacción personal, condiciones que después
de identificadas requieren manejo terapéutico.
Sin importar el nombre que se le dé o la causa, la actividad sexual anormal
puede y debe ser tratada.
Córdoba y Albornoz coinciden en que después de un diagnóstico adecuado se deben
encontrar los posibles desencadenantes de la dependencia y controlar la
conducta sexual del afectado, con técnicas cognitivo-conductuales y el uso de
medicamentos que modulen las funciones mentales.
"A un alcohólico se le puede exigir que no tome, pero no que prescinda del
sexo. Eso es lo más difícil, porque nadie concibe la vida con la abstinencia
como remedio; es necesario reorientar comportamientos y que las personas
aprendan a controlarse y a tomar decisiones voluntarias y no manejadas por
impulsos incontrolables, esa es la base de la intervención psiquiátrica y
psicológica", dice Córdoba.
Test:
¿es usted 'sexoadicto'?
Este
cuestionario, propuesto por la Asociación Adictos Sexuales Anónimos, de Estados
Unidos, busca ayudar a determinar si una persona es proclive a este trastorno.
Aunque el resultado no es determinante, más de una respuesta positiva sugiere
buscar ayuda médica especializada.
-
¿Guarda secretos sobre sus actividades sexuales? ¿Mantiene una vida doble?
- ¿Se sorprende a usted mismo buscando artículos o escenas sexualmente
excitantes en periódicos, revistas u otros medios de comunicación?
-
¿Sus necesidades lo han llevado a tener sexo en sitios o con gente con las que
normalmente no se involucraría?
-
¿Sus fantasías románticas o sexuales le causan problemas en sus relaciones o
que le impiden afrontar sus problemas?
-
¿Frecuentemente quiere alejarse inmediatamente de una pareja sexual después de
haber tenido relaciones con ella?
-
¿Siente vergüenza de su cuerpo o de su sexualidad, de tal manera que evita
tocarse el cuerpo y participar en relaciones sexuales? ¿Teme no tener
sentimientos sexuales? ¿Teme ser asexual?
-
¿Cada nueva relación tiene los mismos patrones destructivos que le incitaron a
romper con la última?
-
¿Sus actividades sexuales, necesitan cada vez mayor variedad y frecuencia sólo
para sentir los mismos niveles de excitación y alivio?
-
¿La búsqueda de relaciones sexuales o románticas, contradice o interfiere con
sus creencias espirituales o su moral?
-
¿Sus actividades sexuales incluyen riesgos de contraer enfermedades de transmisión
sexual, como el sida o embarazo no deseados?
-
Su comportamiento sexual o romántico, ¿lo ha dejado alguna vez con el
sentimiento de una falta total de esperanza y enajenación o con depresión?
Los
rasgos del compulsivo sexual
Le importa sólo su satisfacción. No tiene goce
compartido.
Experimenta sensaciones de vacío y sufrimiento tras cada relación sexual.
Usa el sexo como droga, para escaparse de los problemas, de la ansiedad y de la
soledad.
Las obsesiones románticas limitan su vida.
Cada vez busca experiencias más intensas, que le dejan grandes vacíos.
No le parece suficiente enamorarse de otra persona; eso no frena su atracción
sexual hacia otros.
Se aísla para que la gente no note su problema.
REDACCIÓN
SALUD