Aclare todas las dudas de su tratamiento médico antes de salir del consultorio

Tenga claras todas las instrucciones de su tratamiento médico para seguirlo de manera adecuada.

No son pocos los pacientes que siguen mal un tratamiento porque no entendieron las instrucciones del médico o la receta es ilegible. Consejos para no equivocarse.

Partamos de un principio: de buena fe los médicos creemos que las dudas que los pacientes tienen sobre la forma como deben tomarse los medicamentos, sus dosis, sus horarios y el tiempo exacto de los tratamientos, quedan resueltas con la explicación que les damos mientras escribimos la receta. Pues no hay tal.

Es en la casa, y con los remedios todavía sin desempacar, que el enfermo se da cuenta de que es más capaz de enumerar los detalles de la Batalla de Waterloo -adquiridos en las clases de historia del bachillerato-, que de acordarse de las instrucciones dadas por el médico en la consulta, apenas unas horas atrás.

El problema no termina ahí... Empieza con la lectura de la fórmula ilegible, una tarea que no aceptaría ni obligado Robert Langdon, el experto en simbología del famoso Código Da Vinci.

Hasta qué punto esto incide en la decisión de la gente de "mejor dejo así" y no seguir el tratamiento, es algo que no se ha establecido del todo. El sentido común dicta, no obstante, que sí cuenta.

No es el único factor. La gente abandona tratamientos por falta de recursos para seguirlos, porque al sentirse bien tras las primeras pastillas considera que ya no las necesita, por los efectos secundarios o la simple falta de confianza en lo que se están tomando.

Es importante dejar en claro que el tratamiento hecho a medias o de cualquier manera puede ser peligroso.

Que conste que no quiero asustar a nadie -ni más faltaba-, pero pienso que es mejor advertir que la toma inadecuada de medicamentos puede hacer que la enfermedad siga campante o se tarde en curar, con las complicaciones que no tardan en llegar.

Además, puede producir resistencia de bichos como las bacterias, a los antibióticos.

Como la idea no es cantaletear, aquí les dejo unos consejos que pueden tenerse en cuenta cada vez que haya la necesidad de tomar algún remedio:

Aclare: si no entiende la explicación que le da el médico sobre su enfermedad y los medicamentos que le formula, exíjale, como Condorito, una explicación más clara. No se quede con ninguna duda. No le dé pena.

Lea. No salga del consultorio sin leer la fórmula. Si no la entiende, pídale a su doctor que la escriba en forma más legible. En caso extremo, dígale que se la dicte y cópiela con su propia letra en una hoja aparte. El objetivo es que usted sepa qué se va a tomar.

Pregunte. Aclare con el médico cómo debe tomarse o usar cada medicamento que le prescriba: ¿Con las comidas o lejos de ellas? ¿A qué horas exactamente? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Qué hago cuando acabe de tomar la fórmula? ¿Qué voy a sentir? ¿Qué hago si me siento mal? Insista.

Comunique. Cuéntele a su médico cualquier efecto negativo o no esperado que perciba con la toma de cada remedio. No suspenda su uso. Siempre existe la posibilidad de adecuarlo o remplazarlo.

Rutinas. Relacione la toma de los medicamentos con las actividades diarias. Las comidas, la hora de ir a dormir, la hora del noticiero... Si, por ejemplo, debe tomarlos al levantarse, déjelos en el baño; si es con las comidas, póngalos en la mesa... Claro, si come en la casa.

Cárguelos. Lleve las dosis del día con usted. ¡Hay recipientes divinos para eso! Si olvida tomar una dosis ni de vainas duplique la que sigue...

Alarmas. Ahora teléfonos, computadores y hasta relojes tienen alarmas que se pueden programar para que le recuerden la hora de la cucharada. Jálele a la tecnología...

No se automedique. Ni más faltaba que dejara pasar esta oportunidad para insistir en mi cantaleta de siempre: No tome medicamentos por su cuenta (ver recuadro).

No los use sin receta

Antibióticos: pese a que en ciudades como Bogotá hay normas sobre la prohibición de venta de estos fármacos sin receta, la gente encuentra la forma de adquirirlos, motivada por percepciones equivocadas. Es costumbre, por ejemplo, que los usen cuando hay fiebre o gripas, que son causadas por virus contra los cuales estos fármacos son inútiles. Además de los efectos indeseables que el mal uso puede causar a las personas, esta práctica incrementa la resistencia bacteriana (se vuelven inmunes a los antibióticos).

Analgésicos: gente de todas las edades los usan masivamente sin receta. En este grupo están los antiinflamatorios no esteroideos (Aine), consumidos por personas afectadas por procesos degenerativos como la osteoartritis o inflamaciones crónicas como la artritis. Gastritis y hemorragias digestivas, además de daños renales, son los riesgos más habituales.

Vitaminas: estudios han advertido sobre el hecho de que, en muchos casos, su consumo es innecesario (e incluso riesgoso), se expenden sin control.

CARLOS F. FERNÁNDEZ

ASESOR MÉDICO DE EL TIEMPO