Acidez, trago amargo de cada día; una de cada cuatro personas vive con este síntoma

Muchas personas suelen confundir esta patología con otras enfermedades, incluso con dolores de origen cardíaco. Una cirugía puede ayudar, pero se estima que de 100 operados, 20 vuelven a enfermarse.

Se debe, en su mayoría, al reflujo. Buena parte de los afectados no consultan sino que se automedican.

La acidez es un síntoma tan común como el dolor de cabeza. En un buen número de casos, sin embargo, esa incómoda sensación de ardor o quemazón en el pecho, que se acompaña de un característico gusto amargo o agrio en la boca, no es una incomodidad pasajera sino un molesto compañero de camino. Cuando eso ocurre la cosa cambia de nombre: ya no es simplemente acidez sino enfermedad por reflujo gastroesofágico.

De acuerdo con estimaciones de un estudio publicado en el 2005 en Alimentary Pharmacology and Therapeutics, cerca del 23 por ciento de la población sufre el problema, "es decir, prácticamente una de cada cuatro personas", explica Jorge A. Olmos, que está al frente del Área de Patología Funcional de la División Gastroenterología del Hospital de Clínicas de Argentina.

El mismo trabajo mostró que sólo un 40 por ciento de estos afectados consulta al médico y más del 60 por ciento busca remedios por su cuenta. El reflujo es la típica sensación de ardor o molestia que quema en la línea del pecho, detrás del esternón, y que puede llegar a la garganta (pirosis), producida por el paso del contenido del estómago al esófago (regurgitación).

La causa más común es el debilitamiento o daño del esfínter (una especie de válvula que se abre para dar paso a la comida y luego se cierra) que está entre el esófago y el estómago, facilitando la devolución cuando éste se contrae.

Eso se relaciona, muchas veces, con lo que se llama hernia hiatal, que puede tener origen congénito o puede ser consecuencia del reflujo crónico.

Síntomas que confunden

El reflujo no siempre trae las mismas consecuencias a todos los pacientes: algunas personas solo padecen síntomas moderados, que se alivian con medicamentos, control médico y buena dieta.

En otras produce inflamación crónica y repetitiva del esófago (esofagitis), que ocasiona úlceras y lesiones que predisponen al cáncer. El problema no para ahí: esta enfermedad también causa síntomas indirectos que pueden llevar a la persona a creer que se trata de otra cosa.

Entre ellos se cuentan, por ejemplo, los trastornos respiratorios (favorece la aparición de asma alérgica), las neumonías, la tos crónica (cuando el contenido pasa por la tráquea), dificultad para dormir, sinusitis, faringitis, laringitis, otitis, ronquido, daño dental por efecto del ácido, molestias para tragar, mal aliento y dolor torácico que simula un dolor de origen cardíaco. Es más, mucha gente llega a los servicios de urgencias con esa molestia, creyendo que tiene un infarto cuando en realidad se trata de reflujo. Cuando los primeros síntomas se presentan es ideal consultar con el médico para despejar dudas, en lugar de optar por automedicarse. La presencia de sustancias ácidas del estómago o la vesícula sobre la pared del esófago (que no está diseñado para soportar la acción de estos ácidos) puede producir esofagitis (inflamación del esófago), e incluso lesiones precancerosas.

¿Cómo se trata?

El tratamiento se basa en medicamentos que se conocen como inhibidores de bomba de protones o bloqueadores potentes del ácido, como el omeprazol, que impiden la secreción ácida y logran reducir la inflamación.

Algunos pacientes deben tomar drogas contra el reflujo durante años, e incluso operarse para corregir el esfínter debilitado. Se trata de un porcentaje mínimo de pacientes, no sólo porque el tratamiento médico prima sobre el quirúrgico, sino porque los resultados de estas cirugías no son permanentes en todos los casos.

Comer bien y evitar el cigarrillo y el alcohol, algunas recomendaciones

Evite. Un helado grasoso, las carnes frías o algo condimentado dispararán los síntomas. Los alimentos que molestan varían según la persona. Trate de identificarlos.

Cero leche. Aunque amortigua el ácido por algún tiempo, y proporciona alivio temporal, luego estimula la secreción ácida y el dolor.

No tome calmantes. Algunos analgésicos eliminan la capa protectora del estómago. Además de causar irritación pueden generar lesiones y complicaciones. Si los necesita, consulte a su médico.

No fume. Aunque no hay evidencia de que fumar cause úlcera, sí retarda la cicatrización y aumenta el dolor.

Modere el alcohol. Haga ejercicio. Es el mejor remedio contra el estrés. La tensión nerviosa aumenta el riesgo de irritación gástrica.

Procure comer más de tres veces al día. Lo ideal sería dividir las tres comidas normales en seis pequeñas. Así neutralizará la acidez.

LA NACIÓN (ARGENTINA)