"No es necesario que haya moretones o fracturas de huesos para hablar
de maltrato; de hecho, el psicológico es una de las formas más comunes de abuso
en los menores de edad y uno de los más difíciles de identificar y de
prevenir". Esa es una de las conclusiones más duras del último informe de
la Academia Estadounidense de Pediatría (AAP, por su sigla en inglés).
De acuerdo con el documento, publicado en la última edición de la revista Pediatrics, aunque no recibe tanta atención como el físico
o el sexual, el maltrato psicológico en la niñez puede dejar cicatrices
imposibles de borrar y generar graves problemas emocionales, de desarrollo y de
comportamiento.
Cecilia Zuleta, psicóloga especializada en crianza
y desarrollo, sostiene que ese maltrato puede provenir no solo de los padres
sino de cualquier adulto que ejerza alguna relación de poder o de autoridad
sobre el niño, y se manifiesta en "frases o palabras que los menosprecian,
los denigran o los invalidan".
Según Claudia Jiménez, psicológa de la Fundación
Afecto, este maltrato se da cuando hay expresiones "agresivas y descalificadoras, que humillan al niño e, incluso, le
atribuyen los problemas, amarguras y pesares de los adultos".
Baja autoestima
Las secuelas de ese maltrato son mucho más fuertes si se trata de personas
emocionalmente significativas para el niño, en las que cree ciegamente.
"Por ejemplo -explica Zuleta-, si la mamá, el
abuelo o la profesora se la pasa diciéndole que es una porquería, el niño lo
creerá, porque si lo dicen ellos, así tiene que ser, y muy probablemente
crecerá con serios problemas de autoestima y con una imagen distorsionada de sí
mismo".
Según Roberta Hibbard, coautora del documento de
la AAP y directora del programa de Protección a la Infancia de la Universidad
de Indiana (Estados Unidos), se puede hablar de abuso psicológico cuando
"una interacción entre un mayor y un niño -que va desde insultarlo hasta
ignorarlo- le inflige daño y le causa problemas emocionales que obstaculizan su
bienestar y le impiden un normal desarrollo". Sin embargo, advierte que
"no hay que pensar que por una vez en la que se le dijo estúpido al niño,
ya tendrá problemas".
De ahí que, en el informe, se hable del abuso psicológico como "un
patrón repetido de comportamiento de un padre o cuidador que puede ser verbal o
no y puede producir problemas de desarrollo al menor".
Hibbard y su equipo también hallaron que aunque se
puede dar en cualquier familia, "es mucho más frecuente en aquellos
hogares donde hay antecedentes de violencia física, problemas mentales o
adicciones".
Para Zuleta, lo más probable es que los padres que
en su infancia sufrieron este tipo de maltrato repitan la historia con sus
hijos. "Muchos llegan al consultorio diciendo que no les harán a sus hijos
lo que les hicieron a ellos, y algunos se van al otro extremo y los malcrían
por miedo a tratarlos como los trataron a ellos, pero casi siempre en los
momentos de crisis sacan del disco duro de su crianza esas frases
hirientes".
De todas maneras, señala, "no solo con terapia se puede lograr revertir
esta tendencia, sino que cualquier hecho o persona puede hacer que alguien
caiga en cuenta, de repente, de la necesidad de cambiar la forma en la que
educa a su hijo".
No califique a las personas
Lo mejor es hablar de los comportamientos
Los expertos recomiendan a los padres interactuar mucho más con los niños,
escucharlos, acompañarlos en momentos claves de su desarrollo.
Si de repente siente rabia y ganas de gritarle a su hijo y decirle que
"no sirve para nada", respire profundo durante quince segundos,
cálmese, y solo así hable con él y hágale ver que hizo algo inadecuado.
Muchas veces, los padres maltratan psicológicamente a sus niños de manera
inconsciente, sin la intención de hacerles daño. Según los expertos, los padres
deben calificar los comportamientos y no a las personas.
No diga, por ejemplo, "usted es un mentiroso" o "usted es un
ladrón", porque eso rotula y estigmatiza a un niño en pleno proceso de
aprendizaje; explíquele que tomar los colores del compañero está mal, que debe
devolvérselos y que por lo hecho recibirá un castigo.
Las consecuencias en adultos...
Quienes de niños fueron maltratados psicológicamente tienen más probabilidades
de ser adultos inseguros, con baja autoestima y con problemas para establecer
relaciones sanas tanto afectiva como laboralmente.
Suelen buscar parejas que los traten igual a como los trataron a ellos de
niños, porque crecieron pensando que el amor era eso.
También es más alta la posibilidad de que sean padres maltratadores.
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REDACCIÓN SALUD