Abscesos dentales, orzuelos y algo más..

Médico asesor de EL TIEMPO.

Las siguientes son las respuestas a preguntas formuladas por los lectores. Recuerden que su propósito es orientar y que no reemplazan la necesaria consulta médica.

Leí que algunos jóvenes usan el alcohol antiséptico para embriagarse. ¿Ese alcohol es menos perjudicial que el alcohol industrial?
Teresa Rosado, Barranquilla.

Los dos son muy dañinos para el organismo. El alcohol antiséptico, a pesar de ser etílico, no es apto para el consumo; además puede estar mezclado con alcohol industrial, que es metanol, produce ceguera irreversible e incluso es capaz de matar al consumidor. Hay que vigilar lo que consumen los jóvenes.

¿Qué es un absceso dental? Creo que tengo uno...
Rocío Rincón, Tunja.

Es una bolsa de pus, que se forma en las cercanías de un diente que se infecta por bacterias. Se acompaña de dolor intenso e inflamación de la zona, e incluso de fiebre.
Siempre debe ser tratado con antibióticos específicos, en dosis exactas y por un tiempo que no debe ser menor a los siete días. A veces es necesario que drenarlo. Le aconsejo que hable pronto con un odontólogo.

A mi papá le diagnosticaron pólipos intestinales. ¿Qué tan grave es eso, doctor?
Rogelio Torres. Sogamoso.

Los pólipos son crecimientos tumorales, por lo general benignos (no cancerosos), de la pared interna del intestino grueso (colon y recto). Tienen un diámetro variable de 2 milímetros a 5 centímetros o más. Son como bolitas pegadas al intestino por un tallo de tejido normal. Hay una posibilidad muy baja de que se conviertan en cáncer, eso depende del tipo de células que los forman. Hay que retirarlos a través de una colonoscopia.

¿Por qué se producen los orzuelos?
Adriana Polanco, Bogotá.

Un orzuelo es una infección de las glándulas sebáceas localizadas en el borde de los párpados, y es producida, en general, por una bacteria denominada estafilococo. Estas glándulas se encargan de producir el material graso que forma parte de las lágrimas. Se trata de un proceso bastante frecuente, sobre todo en los niños, por su costumbre de rascarse los ojos con las manos sucias.


CARLOS F. FERNÁNDEZ
Asesor médico de EL TIEMPO