En Colombia existe una amenaza a la que pocos le ponen atención, pero que
año a año crece con la fuerza de una bola de nieve. Se trata de los residuos
peligrosos, también conocidos como Respel. (VER
GRÁFICO: PRINCIPALES ACTIVIDADES QUE CONTRIBUYEN A LA GENERACIÓN DE RESIDUOS
PELIGROSOS)
Siempre que se habla de ellos, lo primero que llega a la mente de muchos son
los desechos hospitalarios –jeringas, catéteres y bolsas de suero– que han sido
arrojados en cualquier sitio ante la dificultad que existe para destruirlos.
Esta situación fue la causa de una serie de escándalos en el 2008, cuando
aparecieron a la intemperie y dentro de zonas pobladas de Atlántico, Valle,
Boyacá y Nariño elementos de uso clínico que ya habían sido utilizados.
Pero la cantidad de Respel que aporta el sector
hospitalario es apenas un capítulo de una historia mucho más dramática,
protagonizada por otros elementos infecciosos, corrosivos o radiactivos, que
surgen de procesos industriales, pero que no es muy claro a dónde van a parar o
cómo se están destruyendo.
Cifras preliminares sobre esta amenaza están dentro de un reciente estudio
del Ideam, que identificó por primera vez –en una autodeclaración– la existencia en el país de 2.705
establecimientos que generan al año cerca de 215.000 toneladas de estos
desperdicios, entre ellos, residuos de antimonio, berilio, cadmio, litio,
plomo, mercurio, selenio, telurio y talio, entre otros, que si no se destruyen
adecuadamente representan una amenaza para la salud de las personas y los
recursos naturales.
El sector de hidrocarburos es el que más aporta residuos peligrosos (en el
proceso de exploración y extracción), según los datos recopilados. Pero también
figuran la fabricación de partes para vehículos; la extracción y aglomeración
de hulla (carbón de piedra); la fabricación de productos metálicos para uso
estructural y de pilas eléctricas, al igual que la eliminación de aguas
residuales (ver gráfico).
Estos sectores productivos generadores de residuos peligrosos están
distribuidos por todo el país. Tal vez no hay una región que se salve de tener
cierto tipo de impacto, aunque la mayoría se encuentra en el Eje Cafetero, Tolima, Cundinamarca, Boyacá,
Valle del Cauca, Atlántico, Cesar y en los Llanos Orientales.
Gran parte de ellas están en peligro no solo por la generación de la basura,
sino por su transporte informal, que las ha llevado a vivir graves emergencias,
como la ocurrida en agosto del 2008, cuando cayeron al río Magdalena 96 canecas
con cianuro, una sustancia que se iba a utilizar en minería en el sur de
Bolívar.
Efectos de las sustancias Estos elementos también se vuelven peligrosos
porque muchos de ellos son enterrados para lograr su eliminación, hecho que los
pone muchas veces en contacto con agua subterránea que surte aljibes y
acueductos. Por ejemplo, el cadmio presente en una batería de celular puede
contaminar 150.000 galones de agua. El mercurio es cancerígeno. El plomo puede
dañar el sistema nervioso, los riñones y el sistema reproductivo. Y la
intoxicación por litio puede producir fallas respiratorias y daños cardiacos.
Esta cantidad de residuos peligrosos detectada puede verse de dos maneras
opuestas: una positiva, al saber que son el primer resultado que arroja la
creación de un Registro de Generadores de Desechos, que está en construcción y
permitirá en el futuro tener una radiografía completa de este ‘cáncer’.
Pero a la vez demuestra que es sólo la punta de un problema que el país no
ha mirado en su totalidad.
Tanto así que el Ideam explica que a la fecha
muchas de las autoridades ambientales del país están aún en el proceso de
implementación de un conteo que permita saber cuánto Respel
están produciendo.
Es tal vez una reacción, no se sabe si tardía, a los llamados de la
Contraloría y la Defensoría del Pueblo, que advierten: “las secretarías de
Salud y los ministerios de Ambiente y de la Protección, y la Superintendencia
de Transporte están fallando en la vigilancia sobre el manejo y transporte
adecuado de este tipo de desechos que amenazan la salud y dañan zonas de alto
valor ecológico”.
‘Es una información clara para prevenir efectos’ ¿Cuál es el principal logro
de la creación del Registro de Generadores? Lo más importante es que por
primera vez en la historia, los mismos generadores de los residuos, es decir,
las empresas y los sectores industriales, han autoconfesado
o han autodeclarado su generación de residuos, un hecho que hasta hace algunos
años era una utopía. La información siempre se ha ocultado por temor a las
represalias.
¿Cuál es el beneficio directo que puede recibir una persona del común al
conocer estas cifras? El beneficio es que al saber cuánto se genera, dónde y en
qué municipios se produce la mayor cantidad de residuos peligrosos, podremos
enfocar acciones certeras para prevenir efectos sobre la salud. Esto también
contribuye a que todos los organismos de investigación tengan la misma
información sobre este tema.
¿Qué hace falta para llegar a un nivel idóneo de control? Hacer cumplir los
decretos, por ejemplo, el 4741; este es un primer paso para llegar a eso