“Somos de vidrio, desgraciados de nosotros si tropezamos con algo…”. Esto
dice uno de los testimonios que conforman Los salmos de la sangre, el nuevo
libro del periodista y escritor vallenato Luis Barros Pavajeau.
El libro reúne trece historias de colombianos que tienen algo en común: han
sido diagnosticados con el virus de inmunodeficiencia adquirida, VIH.
Colombianos de diferentes edades, diferentes orígenes sociales, diferentes
sexos, pero con una realidad semejante, la del silencio, la incertidumbre y la
discriminación que implica ser portador de esta enfermedad. Eso, precisamente,
fue lo que motivó a Barros Pavajeau a escribirlo: “Me
pareció interesante hablar sobre la que se considera ‘enfermedad de los
otros’–cuenta–. Como escritor, quise darles voz a esos silencios”.
Su primer paso fue acudir a instituciones concentradas en el manejo del VIH,
primero en su ciudad, Valledupar, y luego en Bogotá. Barros conversó con varias
personas y les planteó su interés en entrevistarlas. Unas aceptaron, otras se
negaron. “Les explicaba que no iba a haber prejuicios ni juzgamientos –dice el
escritor–. En las primeras entrevistas no decían mucho. Se notaba que tenían un
miedo medular a hablar del sida, porque de inmediato la gente suele asociarlo
con prostitutas, con homosexuales, con la mala vida… Pero cuando se rompía ese
muro de contención, la conversación se abría y la descarga era impresionante”.
Barros Pavajeau explica que el libro está escrito
en tono de testimonio, “un género híbrido en el que las fronteras de realidad y
ficción se difuminan”.
Si bien han sido respetadas las historias de cada protagonista, su sola
presencia en la escritura, en la escogencia de la estructura, en la elección
del orden de las palabras, en fin, hace que se trate de una obra en conjunto.
“Intenté no mostrarme –dice–, porque son sus voces las que hablan, no la mía.
Sin embargo, algo he dejado ahí”. Para la elaboración de este libro, acudió a
lo que él define como una de sus características: la buena escucha. “Siempre
digo que el primer paso para la literatura es tener oído.
Me precio de tenerlo, y se le debo a las historias que desde niño le oía a
mi abuelo. En este caso lo que hice fue un ejercicio de escuchar”.
Después de haber compartido por varias semanas, Barros volvió a visitar a
los protagonistas para leerles sus testimonios. “Todos se conmovieron”.
Héctor Fabio Zamora / EL TIEMPO.
Los salmos de la sangre Luis Barros P.